Ébola: curar la epidemia del miedo

Tribuna Abierta Europa Press
Ébola: Curar La Epidemia Del Miedo
Foto: AMANDINE COLIN/MSF




Actualizado: viernes, 11 abril 2014 19:12

MADRID, 11 Abr. (Olimpia de la Rosa, coordinadora médica de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras) -

Cuando ocurre un brote de fiebre hemorrágica, como es el caso del producido por el virus del Ébola en Guinea y Liberia, los profesionales sanitarios son, a menudo, el primer colectivo en verse afectado por la enfermedad. El caso de Guinea no ha sido diferente.

"Cuando llegamos a Macenta, el director del hospital había fallecido de Ébola. Era una persona muy querida, y eso crea un trauma, tanto para los colegas como para los familiares y la población".

De esta forma tan gráfica nos contaba nuestro compañero Luis Encinas a su regreso de Guinea, donde ha estado coordinando uno de los equipos de Médicos Sin Fronteras que interviene en la respuesta al brote, el impacto que éste está teniendo entre los propios profesionales sanitarios.

Ébola: curar la epidemia del miedo

Según datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud, el pasado 3 de abril catorce trabajadores sanitarios habían contraído la enfermedad, de los cuáles ocho habían fallecido.

Cuando se confirmó que se trataba de Ébola, una enfermedad de la que no se tenía noticia en Guinea hasta ahora, algunos trabajadores de salud guineanos dejaron sus puestos de trabajo.

Aunque no es inhabitual en los brotes de fiebres hemorrágicas que haya profesionales a los que el miedo lleva a abandonar, en todas las emergencias de estas características también hay personal sanitario que se queda asumiendo el riesgo que comporta.

En las intervenciones en las que he trabajado me he encontrado compañeros sanitarios que han realizado procedimientos de alto riesgo (como la atención a partos de pacientes con la enfermedad) y que sólo pensaban en el beneficio del paciente y del bebé.

INFORMACIÓN Y ESTIGMA

Una de las primeras intervenciones que llevamos a cabo en este tipo de brotes es tratar de reducir el pánico entre el personal de salud. Como dice mi compañero Segimon García-Prades, antropólogo y promotor de salud en Médicos Sin Fronteras que ha trabajado en dos brotes de Ébola en Uganda y República Democrática del Congo, una de las claves es: "curar el miedo a la epidemia".

EBOLA

Precisamente, la función de los promotores de salud es informar a la población sobre cómo prevenir, detectar síntomas y controlar el comprensible miedo social en este tipo de brotes epidemiológicos a causa de enfermedades con altas posibilidades de contagio.

La información es la herramienta más poderosa para evitar el terror al mismo tiempo que el desconocimiento es el peor caldo de cultivo para que un brote se convierta en epidemia. Y esto no es exclusivo de Guinea, también nos sucede aquí.

Afortunadamente, mi compañero Luis Encinas no ha tenido problemas cuando ha regresado a la sede de Médicos Sin Fronteras en Barcelona. Nadie le ha rehuido, ni le ha negado un apretón de manos, todo lo contrario.

Pero no es siempre así. Existe un gran estigma asociado al Ébola tanto para los profesionales sanitarios que atienden a los pacientes como para éstos y sus familias. Me viene a la cabeza el caso de Kiiza Isaac con el que coincidí en el brote de Ébola en Uganda en el verano de 2012.

EBOLA

Kiiza es un enfermero ugandés que contrajo el virus en 2007 en su distrito natal de  Bundibugyo. No solo venció a la enfermedad sino que, en 2012, cuando surgió un nuevo brote en Kibale, Uganda, trabajó para apoyar a otros a superar la enfermedad.

Kiiza nos ayudaba con los pacientes, les decía que cuando se curaran estarían totalmente libres del virus Ébola. "La gente no debe teneros miedo, podéis tener una vida normal", les decía Kiiza. Y así se lo transmitimos a los pacientes y a toda la comunidad.

Las personas que se ha curado del Ébola no suponen un riesgo para nadie. Les podemos besar, tocar y abrazar sin ningún riesgo, y así se lo demostramos.

Siete pacientes ya han sido dados de alta en los centros de Médicos Sin Fronteras, lo que demuestra que se puede combatir el virus si se reciben una atención adecuada, una buena hidratación y tratamiento para enfermedades secundarias.

Rose tiene solo 18 años y ha sido la primera de esos pacientes que han quedado libres del virus.

Mis compañeros de Guéckédou (en el sur de Guinea) nos acaban de enviar una foto de Rose que vale por todo el esfuerzo de la intervención para detener el brote.

EBOLA

Tras pasar diez días en la sala de aislamiento viendo al personal sanitario dentro de sus trajes amarillos, Rose recibe por primera vez un fuerte abrazo de una de las enfermeras  de Médicos Sin Fronteras que han estado cuidándola. Me quedo con esa imagen.

Consulta el artículo 10 cosas que deberías saber sobre el Ébola.