HRW denuncia la muerte de casi 40 personas por ataques de milicianos islamistas en Cabo Delgado (Mozambique)

Militares en Mozambique
REUTERS/GRANT LEE NEUENBURG - Archivo
Actualizado: martes, 19 junio 2018 18:33

MADRID, 19 Jun. (EUROPA PRESS) -

Un total de 39 personas han muerto y más de mil han tenido que abandonar sus casas desde el pasado mes de mayo en la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, por una serie de ataques perpetrados por milicianos islamistas, según los testimonios recabados por Human Rights Watch (HRW).

Los milicianos, con la cara cubierta y pertrechados con machetes y armas de fuego, irrumpen en las comunidades por la noche y prenden fuego a las casas, provocando la huida de sus habitantes. Activistas locales han contado a HRW que solo en las últimas dos semanas más de 400 viviendas han sido calcinadas, desplazando a la población de tres distritos.

Los investigadores de la ONG visitaron la localidad de Naunde, en la ciudad de Mucojo, distrito de Macomia, tras el ataque efectuado el 5 de junio. Vieron 164 casas, cinco coches y numeroso ganado quemado. Entre los locales quemados había una mezquita. También hicieron arder el Corán y los libros de oración. El líder religioso fue decapitado. Decenas de personas estaban todavía cargando sus enseres para abandonar Naunde.

Aisha, un vecina cuya casa quedó reducida a cenizas, ha contado su experiencia a HRW: Era de madrugada, "salí fuera y vi a un grupo de gente con la cara tapada. Dos de ellos llevaban armas grandes. Los otros tres llevaban machetes. Los que tenían machetes tenían también un libro pequeño en sus manos. Lo leyeron en voz alta en árabe antes de quemar las casas".

Otra habitante de Naunde, Anshia, huía junto a su marido y sus tres hijos cuando se dio cuenta de que se habían olvidado al bebé dentro de casa. "Volví. Ya la habían prendido fuego. Un hombre me cogió y me abofeteó en la cara. Me tiró al suelo y conseguí escapar. Corrí dentro de la casa, cogí a mi bebé y usé el otro lado de la casa para salir", ha relatado.

En un ataque posterior ocurrido días después, los milicianos volvieron a Naunde en busca del líder comunitario. "Cuando se dio cuenta de que le estaban buscando intentó escapar pero un hombre le persiguió, le atrapó, cogió su machete y le decapitó delante de todo el mundo", cuenta un testigo del crimen. Las autoridades locales han contado a HRW que dejaron su cabeza expuesta varios días.

"SI LES ENCONTRAMOS EN EL BOSQUE, LES MATAREMOS"

La ola de violencia comenzó el pasado mes de octubre y se atribuye a un grupo armado conocido como Al Sunna wa Jamaa o Al Shabaab, aunque que se sepa no tiene relación con la organización terrorista somalí. El Gobierno ha desplegado al Ejército en los distritos afectados, donde se han llevado a cabo redadas que han dejado un saldo de más de 200 sospechosos detenidos.

Los militares consultados por la ONG aseguran que la mayoría de los capturados son jóvenes que viven en campamentos improvisados en el bosque donde han encontrado machetes y armas de fuego, así como libros de texto islámicos. "No hablan (...) Ni siquiera cuando amenazamos con matarles", ha dicho un soldado.

ABUSOS POR PARTE DEL EJÉRCITO

HRW ha advertido de que las fuerzas de seguridad podrían haber incurrido en graves violaciones de los Derechos Humanos. Otro militar ha declarado abiertamente que, de encontrar algún sospechoso, no lo detendrá: "No perderemos el tiempo. Si les encontramos en el bosque, les mataremos ahí".

"Las autoridades mozambiqueñas deben garantizar que las fuerzas de seguridad desplegadas contra los grupos armados tratan a todo el mundo bajo su custodia con humanidad", ha dicho Dewa Mavhinga, director de HRW para el Sur de África. "Respetar los derechos fundamentales de los detenidos no es solo una obligación legal, sino algo importante para restaurar el clima de seguridad y que las personas desplazadas puedan regresar a sus casas", ha argumentado.

Mavhinga ha reclamado igualmente el final de la violencia y ha pedido al Gobierno de Mozambique que, hasta que esto ocurra, atiendan a las cientes de personas que han abandonado sus hogares con la expectativa de que puedan volver en condiciones de seguridad y dignidad.

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