LUCKNOW (INDIA), 22 Jul. (EP/AP) -
La Policía india mató hoy a Shiv Kumar, alias 'Dadua', uno de los últimos grandes bandidos del centro del país, poniendo fin así a una carrera criminal de tres décadas plagada de asesinatos, secuestros y extorsiones, según informaron fuentes policiales.
Dadua tenía un fuerte poder en los barrancos y selvas de los Estados de Uttar Pradesh y Madhya Pradesh, en el centro del país, donde se había ganado un prestigio que mezclaba el amor y el miedo entre sus habitantes, que veían en él a una especie de moderno 'Robin Hood'.
"Tras un intenso enfrentamiento en el que se utilizaron armas sofisticadas, la Policía ha podido matar a Dadua, que ha sido identificado por los aldeanos", declaró el inspector general del grupo de operaciones especiales de la Policía, A. K. Jain.
Cuatro de sus lugartenientes también murieron en el enfrentamiento, que tuvo lugar en la región de Chitrakoot, a unos 300 kilómetros al suroeste de Lucknow, capital de Uttar Pradesh, añadió Jain.
Según la Policía, Kumar, de unos 60 años de edad, era buscado por más de 200 casos de asesinato, secuestro y extorsión. Se había ofrecido una recompensa de 500.000 rupias (8.950 euros) por su captura.
Dadua siempre había conseguido evadir a la Policía gracias a sus apoyos entre las aldeas, con quienes solía compartir sus botines, y a que contaba con poderosos patronos políticos. "Sus palabras eran órdenes en los barrancos y la gente solía votar a los candidatos a los que apoyaba Dadua", declaró Ramesh Sharma, director de una organización humanitaria en Chitrakoot. No obstante, su suerte empezó a cambiar cuando eligió inadecuadamente a sus apoyos políticos. "El cambio político supuso el final para este temido bandolero", explicó Sharma.
Dadua lideraba a uno de los pocos grupos de bandidos que permanecen en India, los llamados 'dacoits', que durante siglos sentaron sus reales en el centro de India y cuyas aventuras fueron tratadas de forma romántica por las películas de Bollywood. Estas bandas han ido desapareciendo con el tiempo, acosadas por una Policía más agresiva y por las denuncias de unas aldeas que en tiempos eran sus principales fuentes de apoyo.
