Indiferencia internacional en un año récord de crisis humanitarias

Crisis humanitarias
Foto: MÉDICOS SIN FRONTERAS
     
Actualizado: sábado, 27 diciembre 2014 11:33

MADRID, 27 Dic. (José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras España) -

   Quizás no somos conscientes de lo tremendamente brutal que ha sido este 2014 que está a punto de concluir. Más allá de la epidemia de Ébola en África occidental, que ha acaparado los titulares durante los últimos meses y ha enmascarado otras crisis, 2014 ha sido un año en el que los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han visto surgir o recrudecerse conflictos de enorme violencia: Sudán del Sur, República Centroafricana, Siria, Irak, Ucrania, el enquistamiento de la violencia en Centroamérica... el recorrido por la geografía del sufrimiento humano en 2014 resulta hiriente y nos recuerda que el mundo está fallando en la respuesta a muchas de las crisis. No resulta casual que, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, sean más de 50 millones las personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Y estos son los reconocidos oficialmente como refugiados y desplazados internos: la cifra real de los seres humanos a los que el miedo empuja a huir, incluyendo a muchos considerados emigrantes, es con certeza mucho mayor.

   Entre las crisis olvidadas, dos de los casos más dolorosos son los de Sudán del Sur y República Centroafricana (RCA). La indiferencia que ha mostrado la comunidad internacional ha sido indignante y la reacción, exasperadamente lenta. Ha costado muchísimo movilizar recursos para ayudar a una población que sufre una fragilidad acumulada: la situación previa ya era muy mala, y la violencia y el desplazamiento no han hecho más que empeorarla en ambos casos. La respuesta humanitaria sobre el terreno no ha estado a la altura del deterioro de la situación, y ha sido frecuentemente incapaz de cubrir las necesidades más básicas de decenas de miles de seres humanos. Como ejemplo, la lenta reacción de la comunidad internacional al conflicto en RCA que dio comienzo a principios de 2013, pero al que la respuesta en terreno no llegó hasta septiembre, nueve meses después.

MSB8012.jpg

   En Sudán del Sur y República Centroafricana ya era evidente la indolencia del sistema oficial de ayuda internacional, pero esta quedó realmente al descubierto, ante la atenta mirada de todo el mundo, con la epidemia de Ébola en África occidental. Cuando escribo estas líneas, el número de personas contagiadas supera los 18.400 y los fallecimientos atribuidos directamente a la enfermedad llegan ya a 6.800. Y recalco lo de directamente, porque la epidemia está teniendo en los países más afectados (Guinea, Sierra Leona y Liberia) un efecto similar al de una guerra civil. El colapso del sistema sanitario está provocando otras muertes por la falta de asistencia. Durante la epidemia, hemos visto a mujeres morir por complicaciones del parto, sin recibir atención porque la mayoría de los centros de salud y los hospitales estaban cerrados.

MSB5211.jpeg

   En el caso de Siria, asistimos a la mayor huida de la humanidad en el siglo XXI. Ya son más de tres millones de refugiados, y los últimos en huir lo han hecho tras más de tres años bajo las bombas. Siria es el mejor ejemplo de otro de los grandes problemas de la ayuda humanitaria en 2014 y en los últimos años: la falta de acceso. Las restricciones, la inseguridad y la multiplicidad de actores han hecho dificilísimo que las agencias humanitarias y otras organizaciones lleguen a aquellos que necesitan ayuda urgente.

   Esta multiplicidad de actores tiene lugar también en otros lugares del mundo que no se consideran 'técnicamente' en guerra, pero donde la vida diaria de la gente se parece mucho a una situación de conflicto. Es otra tendencia en los últimos años. El ejemplo más claro es el de las maras en Centroamérica y los cárteles del crimen en México. Entre los centenares de miles de migrantes que cruzan México para llegar a Estados Unidos hay cada vez más población que no solo huye de la pobreza, sino de la extorsión y la violencia.

MSB5208.jpeg

   Desgraciadamente, estamos acostumbrados a trabajar en un entorno de olvido, crueldad y violencia, pero en 2014 hemos hecho frente a dificultades cada vez mayores para acceder a poblaciones que precisan ayuda humanitaria. Hemos sido testigos, sobre todo en República Centroafricana y Sudán del Sur, del cada vez menor respeto por la misión médica y la asistencia humanitaria. Ataques contra hospitales como fue el caso de Malakal en Sudán del Sur, o el brutal asesinato de 16 civiles, tres de ellos compañeros de MSF, en el hospital centroafricano de Boguila, son algunos de los recuerdos más duros que nos deja el año.

   El caso de Malakal, una de las principales ciudades de Sudán del Sur, con 150.000 habitantes, es dramáticamente ilustrativo. La ciudad quedó prácticamente destruida en el marco de la guerra entre las fuerzas gubernamentales y de la oposición. El mercado central fue saqueado, todos los edificios administrativos dañados, los almacenes y oficinas de las organizaciones internacionales fueron desvalijados. En uno de los hospitales atacados, los equipos de MSF hallaron once cadáveres, algunos claramente asesinados en sus camas.

MSB5215.jpeg

   Finaliza, en definitiva, un año en el que se han declarado cinco emergencias llamadas de nivel tres, el nivel máximo de gravedad que decreta Naciones Unidas para las crisis humanitarias: Siria, República Centroafricana, Sudán del Sur, Irak y la epidemia de Ébola. La escasa y tardía respuesta internacional a las mismas muestra que ciertas amenazas, si no se abordan desde su inicio, tienden a agravarse y a desembocar en graves crisis y en enormes movimientos de población.

   No termina bien 2014, desde luego. Y a riesgo de parecer pesimistas, no hay muchos datos para pensar que, en 2015, la situación de millones de personas que viven en un escenario dominado por la crueldad y la brutalidad vaya a mejorar.

MSB5217.jpeg

FOTOS: MÉDICOS SIN FRONTERAS

Leer más acerca de: