Perú: la COVID-19 evidencia el abandono de las comunidades indígenas en la región amazónica

Intervención de MSF en las comunidades indígenas de Perú durante la pandemia de COVID-19
Intervención de MSF en las comunidades indígenas de Perú durante la pandemia de COVID-19 - MSF
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Publicado: sábado, 29 agosto 2020 8:56

   LIMA, 29 Ago. (Por Carol Bottger, médica y coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) - en Perú)

   En mayo, cuando la situación se tornó crítica en Perú, supe que tenía que regresar a mi país. Estaba en medio de la respuesta a otra epidemia en República Democrática del Congo, así que tomar esta decisión fue difícil. No quería poner en riesgo la intervención en la que estaba, pero sentía que era mi deber estar al lado de los míos (esta vez).

   Con las fronteras aéreas cerradas por todos lados y las restricciones de vuelos en África y Europa, mi camino de regreso a Perú fue largo y lleno de contratiempos. Por fin, aterricé en Lima el 11 de junio. Llegaba sola para hacer la primera evaluación y proponer una intervención.

   No trabajaba en Perú desde 2010, pero gracias al apoyo de las autoridades sanitarias, y otros actores y colegas ex MSF, pude obtener información relevante, viajar a donde fue necesario y lanzar una propuesta en un tiempo muy corto (tres semanas).

   Al principio de julio llegaron mis colegas de MSF. Recuerdo con cariño, la emoción que sentí al verlos. Se me cayeron las lágrimas al comprobar que era verdad, que MSF estaba en mi país y yo también estaba aquí, colaborando esta vez para aliviar el sufrimiento de mis compatriotas.

HACER FRENTE A UNA CRISIS SANITARIA PROLONGADA

   Desde la detección de los primeros casos de COVID-19 en Perú, el Gobierno estableció medidas para frenar la pandemia, entre otras, se cerraron fronteras, se declaró el estado de emergencia, y se estableció una cuarentena y un toque de queda. Estas medidas se fueron adecuando con el tiempo pero lamentablemente con muy poco éxito.

   A la mitad de mayo, el país había reportado más de 70.000 casos confirmados y aunque el recuento de fallecidos no llegaba a 2.500, el exceso de mortalidad alertaba de una crisis sanitaria sin precedentes. Junio llegó con una población desgastada a diferentes niveles (económico, social, salud física y mental, recursos humanos, etc.), lo que dificultó aún más la situación.

   En julio, algunas regiones empezaron el desconfinamiento, sin necesariamente significar que la pandemia se había controlado. A la mitad de agosto, el país ha notificado (oficialmente) más de medio millón de casos confirmados y la cifra de fallecidos franquea los 26.000.

LA COVID-19 HA PUESTO DE MANIFIESTO EL ABANDONO DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS

   La región amazónica de Perú se caracteriza por su extensión (60% del territorio) donde viven de forma muy dispersa 51 pueblos indígenas amazónicos. La mayoría de ellos conservan sus tradiciones, organización política, económica y social, así como sus lenguas.

   El agua potable, la energía eléctrica, así como el sistema de transportes y de comunicaciones es prácticamente inexistente debido a la geografía que en gran parte es inundable. El acceso a la mayoría de poblaciones es por vía fluvial o aérea, lo que encarece y dificulta el acceso a los servicios básicos como la salud y la educación.

   La transmisión activa de la COVID-19 en las comunidades indígenas evidenció el gran abandono social, administrativo y sanitario de estas comunidades que se encontraron completamente desprovistas de mecanismos efectivos para hacer frente a la expansión de la pandemia.

   Recuerdo con tristeza la conversación con un señor del bajo Ucayali, que contaba que cuando empezaron los casos en su comunidad ya la inmovilidad nacional estaba instaurada y no habían recibido ningún apoyo de medicamentos ni formación sobre la COVID-19. En menos de una semana se acabaron todos los medicamentos del puesto de salud. Había enfermos, sobre todo febriles, en casi todas las casas y nadie podía salir de la comunidad ni siquiera para conseguir paracetamol. Me contó que se organizaron para acompañar y cuidar a sus enfermos.

   La gente sufría mucho y se angustiaba escuchando las noticias por lo que también decidieron cortar la comunicación con el exterior (radio, teléfono). Así "aguantaron" por más de dos meses. No quiso contar cuantas personas fallecieron, pero remarcó que la gente quedó muy afectada en su salud física y mental. El técnico de salud nos contó que los enfermos crónicos o de programas de tuberculosis se quedaron también sin medicamentos.

EL PRECARIO SISTEMA SANITARIO NO ESTABA PREPARADO PARA LA PANDEMIA

   Es pertinente aclarar que el esfuerzo de brindar servicios de salud está presente en la Amazonía peruana. Pero debido a las barreras geográficas mencionadas y la dispersión de los pueblos indígenas amazónicos, estos servicios llegan de forma irregular, muchas veces no son suficientes o no son adaptados a las diferentes poblaciones (lengua, cultura, distancias). El sistema, ya precario, no estaba preparado para responder a la demanda generada por la pandemia.

   En las comunidades indígenas, los que enfermaron sufrieron los síntomas en casa, sin ningún tipo de asistencia u orientación. Algunos tuvieron acceso a algún tipo de medicamento comercializado de forma informal y se automedicaron indiscriminadamente, incluso con medicamentos veterinarios.

   Todavía es temprano para conocer las verdades cifras de morbilidad y mortalidad en las comunidades indígenas, lo cual será complicado debido al limitado acceso que tienen al sistema sanitario nacional. Además, por aspectos culturales, muchos fallecidos no fueron declarados para evitar los entierros desprovistos de las ceremonias propias de cada etnia.

   Otro factor a considerar es la dificultad para realizar evacuaciones por la resistencia de estas poblaciones a salir de su medio, así como los costos enormes que se asocian a una evacuación de comunidades tan distantes.

   Lo que ya es evidente es la gran afectación en la salud mental de esta población que se ha sentido, una vez más, abandonada a su suerte; y porque esta enfermedad les está arrebatando lo más valioso de sus comunidades: los ancianos y ancianas, que representan para ellos la continuidad de la cultura y la lengua (que se transmite de forma oral).

COMPARTIR LA EXPERIENCIA ADQUIRIDA EN OTROS PAÍSES

   La intervención de MSF en el Perú se centrado en dos ejes. En el nivel secundario de salud, con el apoyo del sistema sanitario del País Vasco en España,

   pudimos hacer llegar un grupo de médicos y enfermeros especialistas en el manejo clínico de pacientes de COVID-19, quienes estuvieron apoyando los servicios de UCI, emergencias y hospitalización de los hospitales de Tarapoto, Huánuco y Tingo María.

   Además, trabajamos en la evaluación, recomendación e implementación de circuitos en hospitales para disminuir el contagio del personal de salud y los pacientes no relacionados con la COVID-19.

   En el nivel primario, apoyamos el sistema sanitario para garantizar una buena detección, manejo clínico, seguimiento de contactos, evitar la sobre medicación, la detección de síntomas de riesgo para una evacuación temprana y evitar el contagio del personal.

   Estamos realizando formaciones de personal y se organizaron visitas de las estructuras sanitarias para garantizar in situ la buena adecuación de los circuitos de atención. Todo este apoyo fue acompañado de la donación de medicamentos, material de protección y material especializado por un valor de más de 2 millones de dólares.

   Por otra parte, hemos hecho frente a varios desafíos. Además de las barreras lingüísticas y culturales, y las grandes distancias físicas, la poca confianza en el sistema de salud occidental representa un gran reto a tener en cuenta en la implementación de cualquier estrategia de salud en estas comunidades.

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