RDC, ante la amenaza de una guerra subsidiaria por la tensión en los Grandes Lagos

Desplazados por la violencia en Ituri (RDC) llegan a Uganda.
Desplazados por la violencia en Ituri (RDC) llegan a Uganda. - GETTY IMAGES / JACK TAYLOR - Archivo
Actualizado: domingo, 26 enero 2020 10:07

El país está nuevamente en el eje de las disputas entre Burundi, Ruanda y Uganda

International Crisis Group pide al presidente congoleño Tshisekedi que impulse la vía diplomática de Luanda

MADRID, 26 Ene. (EUROPA PRESS) -

El aumento de las tensiones en la región de los Grandes Lagos, principalmente entre Burundi, Ruanda y Uganda, amenaza con extenderse nuevamente al este de República Democrática del Congo (RDC) y derivar en una guerra subsidiaria, a través de los grupos armados que operan en la zona, que sacuda la estabilidad y la seguridad en la región.

"Las intensificadas hostilidades entre los estados en los Grandes Lagos amenaza con un retorno a las guerras regionales que desgarraron la región en las décadas previas", alerta el 'think tank' International Crisis Group (ICG) ante el deterioro de la situación y el cruce de acusaciones entre estos países por su apoyo a grupos armados en RDC.

Los países de la zona han utilizado históricamente a las milicias en RDC, donde siguen operando pese al fin en 2003 del último conflicto --entre 1998 y 2003, que dejó millones de muertos, la mayoría a causa del hambre y las enfermedades--, y el deterioro de las relaciones sólo empeora la situación en la zona, sacudida además por un brote de ébola.

El presidente de Ruanda, Paul Kagame, acusa a Burundi y Uganda de apoyar a rebeldes ruandeses en las provincias congoleñas de Kivu Norte y Kivu Sur y ha amenazado con responder por la vía militar, mientras que las autoridades burundesas y ugandesas acusan a Kigali de respaldar a rebeldes en RDC para lanzar ataques en ambos países.

A su llegada hace un año a la Presidencia de RDC, Félix Tshisekedi apostó por la vía diplomática --con la mediación del mandatario angoleño, Joao Lourenço--, si bien la misma se ha estancado y recientemente ha abierto la puerta a una cooperación militar con los citados países para luchar contra los distintos rebeldes.

En este sentido, el ICG recalca que Tshisekedi "debería priorizar la vía diplomática (...) para calmar las tensiones entre sus vecinos" dado que un conflicto subsidiario "podría desestabilizar aún más RDC e incluso provocar una crisis de seguridad de gran calado a nivel regional".

El deterioro de la situación tomó un nuevo giro tras un ataque en octubre de 2019 contra la localidad ruandesa de Kinigi, que se saldó con catorce muertos y que fue achacado a las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), un grupo rebelde con base en Kivu Norte integrado por antiguos miembros de las milicias hutus responsables del genocidio de 1994.

CRUCE DE ACUSACIONES

"Los ruidos que se hacen desde los países vecinos (...) no hay mucho que pueda hacer sobre ello", dijo Kagame en un discurso dado poco después. "Sin embargo, todo lo que cruce nuestra frontera y venga a desestabilizarnos (...) hemos demostrado que podemos manejarlo. Os pondremos donde merecéis", agregó, en una poco velada advertencia a Uganda, a la que Kigali acusa de apoyar al grupo.

Las autoridades ruandesas consideran además que Uganda y Burundi apoyan al Congreso Nacional de Ruanda (NRC), formado principalmente por desertores tutsis del Gobierno de Kagame. Este grupo habría establecido además lazos con las FDLR, según fuentes congoleñas y ruandesas, lo que inquieta aún más a Kigali.

Ruanda ha acusado también a Burundi de un ataque rebelde en 2018 y de desplegar unidades de los Imbonerakure --el ala juvenil del partido gubernamental burundés, el CNDD-FDD-- en Kivu Sur. Fuentes oficiales burundesas han resaltado que, de ser cierto, sería un movimiento defensivo.

Por su parte, Burundi acusa a Ruanda de apoyar al grupo rebelde RED-Tabara, supuestamente encabezado por Alexis Sinduhije, un tutsi burundés sancionado en 2015 por Estados Unidos por instigar una "rebelión armada" en el país.

Apenas dos semanas después del ataque en Kinigi, RED-Tabara atacó en Burundi, un incidente que dejó una decena de muertos, mientras que un segundo ataque menos de un mes después se saldó con la muerte de ocho militares, lo que llevó al presidente burundés, Pierre Nkurunziza, a acusar a Ruanda de instigar un ataque "cobarde".

LA DISPUTA ENTRE UGANDA Y RUANDA

La situación es aún más complicada en el caso de la rivalidad entre Ruanda y Uganda --países que apoyaron a facciones rebeldes rivales durante la guerra congoleña de 1998-2003, llegando a enfrentarse por el control de Kisangani en el año 2000--, dado que las relaciones se han deteriorado drásticamente y la potencialidad de conflicto es mayor.

Ambos países han mantenido su apoyo a grupos rebeldes en RDC durante los últimos doce años, incluido el Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) --respaldado por Ruanda-- y el M23 --surgido a raíz de la deserción de antiguos miembros del CNDP integrados en el Ejército de RDC, en este caso apoyado por ambos países a través de distintas facciones--, derrotado en 2013 por fuerzas congoleñas y de Naciones Unidas.

Durante los últimos dos años, según destaca el ICG, antiguos miembros del M23 han vuelto a RDC, alimentando la rivalidad entre ambos países, y fuentes de la ONU han señalado que Kampala ha permitido a la mayoría de los 1.300 rebeldes que se entregaron vuelvan al país vecino, mientras que antiguos altos cargos del grupo se mueven libremente en Uganda.

El Gobierno de Yoweri Museveni acusa además a Ruanda de apoyar a la milicia islamista Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) --acerca de la que han surgido informaciones sobre presuntos lazos con el grupo yihadista Estado Islámico--, algo rechazado rotundamente desde Kigali. "Ningún organismo ha verificado la acusación, pero ésta en si misma aviva las tensiones", resalta el ICG.

En este contexto, tanto Kagame como Museveni han llevado a cabo purgas entre sus fuerzas de seguridad por presuntos lazos con el país vecino y, mientras Kigali cerró en febrero de 2019 un puesto fronterizo en medio de acusaciones de espionaje y sus fuerzas mataron a varios ugandeses y ruandeses acusados de contrabando, Kampala ha detenido a decenas de ruandeses.

LA VÍA DIPLOMÁTICA

En este contexto, la figura de Tshisekedi ha visto aumentar su peso para intentar jugar un papel de mediador, motivo por el que arrancó el proceso de Luanda. Además, ha estrechado lazos con Kagame, lo que ha llevado al Ejército a lanzar operaciones contra el FDLR --que se han saldado con la muerte de varios altos cargos del grupo--.

Este aumento de la cooperación podría tener un efecto negativo en Burundi y Uganda si consideran que la alianza es demasiado estrecha, avivando en realidad las tensiones, por lo que el ICG incide en la necesidad de "priorizar el diálogo" para evitar malentendidos y ayudar a rebajar la amenaza que pesa nuevamente sobre la región.

Así, el ICG señala que "abrir la puerta a operaciones militares sin una reducción de las tensiones políticas, lo que incrementa el riesgo de que los vecinos usen una intervención armada en RDC para reforzar a sus subsidiarios a expensas de sus rivales".

Asimismo, arguye que podría incluso "socavar la cohesión interna del Ejército congoleño", debido a la presencia en sus filas de rebeldes reintegrados.

"La región de los Grandes Lagos está cada vez más cerca del abismo", apunta, antes de incidir en que Tshisekedi "debería buscar un acuerdo que conlleve, para empezar, que los vecinos orientales de RDC se comprometen a no respaldar a grupos armados en RDC y, además, un mecanismo de verificación para investigar las acusaciones sobre esta participación".

Por último, el ICG apunta que "sin estos esfuerzos, existe un riesgo real de que las crecientes tensiones alimenten una crisis de seguridad regional más amplia" y reitera que si estos países reciben luz verde para llevar a cabo operaciones en RDC "el peligro será aún más grave, avivando el fantasma de una guerra subsidiaria entrelazada en la que cada país de los Grandes Lagos apoye a los enemigos de su rival".