Salmond, el escocés que llevó al independentismo de la marginalidad a la primera línea

Actualizado: sábado, 4 julio 2015 16:02

LONDRES, 19 Sep. (EUROPA PRESS) -

La dimisión del ministro principal de Escocia y gran artífice del referéndum del jueves, Alex Salmond, como consecuencia de la derrota de la independencia, cierra un ciclo político que ha revolucionado las bases constitucionales de Reino Unido con una apuesta por un nuevo modelo territorial y aumento de la soberanía.

Salmond (59 años) ha sido el artífice de la metamorfosis que transformó al Partido Nacionalista Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) de una formación marginal, sin perspectivas factibles de acceder a las instituciones, en un engrasada maquinaria capaz de obtener una inédita mayoría absoluta para el nacionalismo en el Parlamento de Edimburgo.

El hito de la victoria de 2011 fue precisamente la llave que abrió la compuerta al elemento que definirá su trayectoria profesional y, con ella, el futuro de Reino Unido: el referéndum de independencia. Su apuesta por la separación de Reino Unido como principio político fundacional convenció al primer ministro británico, David Cameron, de la conveniencia de dar la voz al pueblo escocés que se había volcado en las urnas con el SNP.

El dirigente conservador consideraba la jugada una maniobra maestra, puesto que el apoyo tradicional a la ruptura nunca había superado el pico del 35 por ciento. Por ello, el 15 de octubre de 2012 cruzó la frontera de Inglaterra para firmar junto a Salmond el Acuerdo de Edimburgo, que daba compromiso de ley al ansiado referéndum.

DOTES DE ESTRATEGA

Sus rúbricas suponían llevar décadas de marginalidad a la primera línea de política. En los casi dos años de campaña transcurridos, Salmond confirmó su pericia como estratega con un dominio de los tiempos en política que permitió a Yes Scotland (Sí Escocia) esquivar los reveses que la falta de certidumbre en cuestiones fundamentales como la moneda, o la continuidad en la Unión Europea, suponía para las opciones de la independencia.

La maquinaria a favor de la unión compuso un frente ecléctico formado por instituciones internacionales, académicos de renombre, analistas independientes y gigantes del mundo empresarial para tamizar la ilusión que, de acuerdo a la evolución de las encuestas, comenzaba a generar el futuro de prosperidad prometido por Salmond para una Escocia por libre.

En este sentido, uno de los errores más graves cometidos por los rivales políticos de Salmond ha sido siempre la infravaloración de un dirigente considerado como un verdadero camaleón político. Capaz de dirigirse ante el sector petrolero y financiero con la misma cercanía y convicción que ante un asilo de la tercera edad, su vertiente populista, criticada reiteradamente durante la campaña, no hizo más que sumar apoyos a su frente, sobre todo, entre los votantes tradicionalmente de izquierdas desencantados con el laborismo.

Sus tácticas negociadoras supieron incluso hacer de la necesidad virtud. Cameron autorizó el plebiscito en plena crisis financiera global, consciente de la disuasión de saltar al vacío entre un electorado necesitado de concreción. Tan convencido estaba de su jugada que permitió incluso a Salmond escoger la fecha, una decisión que lamentaría con el tiempo.

'DEVO-MAX' EN LA PRÁCTICA

Lo que el 'premier' no aceptó fue la posibilidad de incluir una segunda pregunta basada en la apertura de un proceso integral de devolución de competencias, el denominado 'devo-max'. Transcurridos los meses, la campaña planteada por el 'sí', impulsada por el empuje estratégico de Salmond, disparó sus opciones hasta dejar la contienda en un empate técnico que obligó a Londres a lanzar el órdago a días de la votación.

Cameron y los otros dos líderes políticos plantearon a los escoceses precisamente lo que Salmond había propuesto en su día como alternativa a la separación total de Reino Unido. La evidencia quedó confirmada este viernes, cuando el aparato de Wesminster confirmaba que había habido un "voto por el cambio" que obligará a reformular el modelo territorial británico.

Si cuando se convirtió en líder del SNP la independencia no era sólo una quimera política, sino una temeridad económica, transcurridos 25 años el dirigente nacionalista no sólo ha conseguido hacer al mundo ver que era posible, sino que persuadió a un 45 por ciento de escoceses a apostar por ella.

TAMAÑO DEL DESAFÍO

El tamaño del desafío alcanzado por Salmond lo llevó a apelar a no lamentar el resultado, cuando el goteo de las 32 circunscripciones confirmó que la mayoría se iría para el 'no'. "A veces es mejor reflejar dónde estamos en un viaje: un 45 por ciento de nuestros ciudadanos votaron por independencia, no creo que ninguno de nosotros, al entrar en política, lo creyésemos posible, o creíble", declaró.

Sin embargo, quedarse a las puertas de la "oportunidad de toda una vida" ha convencido a este político de carisma y contradicciones a partes iguales de que para esta "excitante nueva situación" en la que Edimburgo tiene un compromiso "sin precedentes" para disparar su soberanía "el partido, el Parlamento y el país se beneficiarán de un nuevo liderazgo".

Su legado perdurará en una formación que ha pasado de la marginalidad a la primera línea política, capaz de forzar a los líderes británicos a un inusitado frente de unidad para garantizar para Escocia un autogobierno impensable cuando ganó por minoría sus primeras elecciones en 2007.

Su dominante liderazgo deja un vacío difícil de llenar para una formación mimetizada con su jefe de filas, por lo que al confirmar hoy su marcha subrayó que "lo verdaderamente importante es que Escocia emerja como la verdadera vencedora". "Como líder mi tiempo está casi acabado, pero para Escocia la campaña continúa y el sueño nunca morirá", concluyó.

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