La tregua "sin palabras" entre Israel y Hamás devuelve la esperanza para Oriente Próximo

Actualizado: sábado, 21 junio 2008 22:25

MADRID, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -

'Tahadiyeh' (tregua) es el término árabe elegido para designar el estado actual de la situación actual en el conflicto israelo palestino. Los israelíes lo llaman 'Regi'ah' (calma). Pero en cualquier caso, sus respectivos significados no comienzan siquiera a definir las extrañas circunstancias que rodean su puesta en marcha y sus condiciones, por las que Hamás e Israel han pactado un alto el fuego en virtud del cual el Gobierno de Tel Aviv ha suspendido sus operaciones militares en Gaza a cambio del cese de los ataques con cohetes emprendidos por las milicias encabezadas por el brazo armado del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) desde la Franja contra el sur de Israel.

La 'Tahadiyeh' es un fenómeno extraño. Ambas partes no han negociado directamente, sino que se trata de un acuerdo medidado por Egipto, y que nunca se ha terminado de concretar en un documento conjunto, físico. Es un pacto tácito entre Hamás e Israel, un compromiso sin precedentes entre ambas partes, que insisten a día de hoy en que esta tregua ha tenido lugar sin negociación previa porque, desde sus respectivos puntos de vista, no se puede negociar con alguien al que no se reconoce oficialmente. Eso sí, sus deseos de destrucción mutua siguen en pie. Sin embargo, las concesiones entre ambas partes han sido importantes, y respectivamente, amargas.

Hamás fue el primero en solicitar la tregua. Principalmente por el acoso israelí contra su Gobierno de facto en Gaza, que recientemente cumplió su primer aniversario tras la toma de poder efectuada el pasado verano contra las fuerzas de la Autoridad Palestina del presidente Mahmud Abbas.

Con la "firma" de este acuerdo, Hamás reconoce la superioridad del armamento israelí, no sólo aceptando el fin de su ofensiva contra el sur de Israel, sino ampliando el alto el fuego a Cisjordania --sede del Gobierno de la AP-- al menos durante los seis primeros meses del acuerdo, antes de comenzar con la segunda fase del proceso, en el que se estudiará la posible apertura del paso de Rafá, entre Gaza y Egipto, para que las decenas de miles de gazacíes afectados por la presión ejercida por el bloqueo israelí sobre la zona puedan obtener bienes de primera necesidad, escapando de una situación crítica, desde un punto de vista humanitario.

Por la parte que les toca a los israelíes, su concesión más importante ha sido reconocer implícitamente a Hamás como el poder "soberano" en Gaza. Lo haya querido o no, Israel se ha visto obligado a negociar indirectamente con un grupo que ha jurado la destrucción del "régimen sionista". En segundo lugar, el Ejército israelí ha vuelto a comprender por segunda vez tras la guerra de Líbano en verano de 2006, que sigue siendo inefectivo a la hora de enfrentarse a grupos guerrilleros. La única solución militar factible para Israel pasa por arrasar completamente la Franja, despertando la condena unánime de la comunidad internacional. Por ello, Tel Aviv ha reconocido con esta tregua cierto equilibrio de fuerzas, a pesar de su superioridad militar.

Finalmente, se ha visto obligado a ceder en una de sus pretensiones más relevantes: la liberación del soldado Gilad Shalit, en poder de un conglomerado de milicias palestinas y cuya devolución inmediata era una de las condiciones sine qua non para negociar con lo que consideran "grupos terroristas".

Para comprender el objetivo final de la tregua habría que atender a las previsiones más optimistas: la 'Tahadiyeh' sería el primer paso para un acuerdo histórico por el que Hamás e Israel acordarían tácitamente un Estado palestino limitado por las fronteras establecidas antes de la Guerra de 1967. Los líderes de Hamás han dado a entender --primero en privado, luego en público-- que estarían dispuestos a reconocer esa delimitación. Más allá de esas fronteras comenzaría el Estado de Israel. Nunca antes la organización había estado tan cerca de admitir su existencia. Pero es un escenario que debe abordarse con grandes dosis de escepticismo, porque Israel ni siquiera aparece en los libros de texto de las escuelas de los territorios palestinos y la aceptación del pueblo palestino sobre el derecho a la existencia de Israel todavía queda muy, muy lejos.

CALMA CONTROLADA DE HAMÁS

La reacción de Hamás a los primeros momentos de la tregua es una mezcla de calma controlada y amenaza de reacción contra posibles violaciones del acuerdo tácito por parte de Israel. En una editorial de sus medios afines, el Centro Palestino de Información, el periodista Jalid Amaryeh destaca el alto el fuego como "un paso sabio, digno y expeditivo" adoptado por las autoridades de Hamás para "suspender los actos de asesinato y terrorismo perpetrados diariamente por las fuerzas de ocupación israelíes.

Amaryeh destaca sobre todo el impulso para la reputación internacional de Hamás que supone la adopción del cese de hostilidades. "No hace falta decir que el hecho de aceptar el alto el fuego" distingue al Movimiento de "otras organizaciones nihilistas, como Al Qaeda".

Y a pesar de que advierte de que "sería ingenuo, incluso estúpido, dejarse llevar por la situación actual, dando a Israel el beneficio de la duda", se destaca que "las fuerzas de la paz y la razón en ambas partes han triunfado contra las fuerzas de la belicosidad, el odio y el terror", apuntando que "Hamás debería emprender esfuerzos meticulosos para preservar el alto el fuego dado que es un interés supremo y fundamental para los palestinos".

BENEFICIOS PARA ISRAEL

Los medios israelíes apelan a la lógica. Para ellos, la aceptación implícita del alto el fuego supone una negociación con grupos que claman por la destrucción de Israel. Pero por debajo queda la impresión de que el cese de hostilidades podría arrojar resultados beneficiosos.

El editorial del diario israelí 'Haaretz' empleaba una metáfora cinematográfica para definir la situación. "Alguien se volvió loco en el nido del cuco, le dieron un tranquilizante y ahora está parpadeando tranquilamente en su celda acolchada", explicaba. Sirve para describir el "cinismo" de una situación donde los esfuerzos de paz sólo sirven para poner de relevancia "la locura" del conflicto.

"En este enfrentamiento, unos disparan porque pueden; y los otros disparan porque no pueden, y parece que el sufrimiento de cada uno parece aliviarse por la satisfacción que supone herir al otro. ¿Victoria? Ninguno de los dos bandos puede decir cuándo se conseguiría", estimó el artículo.

Por su parte, el diario israelí 'Yedioth Aharonoth' se debatía a ambos lados del espectro. Primero, el rechazo a la adopción del acuerdo. "En las negociaciones, el Gobierno ha destruido la ventaja estratégica más importante que jamás ha ostentado desde que Hamás llegó al poder: la ventaja del rechazo, de dialogar con el Movimiento y de reconocer la legitimidad de su gobierno", consideraba el artículo, que se atreve a considerar la decisión del Gobierno israelí como una "capitulación" ante el grupo islamista. "Esperemos que (las autoridades) no cometan el mismo error en Líbano", concluía el editorial sobre las negociaciones con Hezbolá para recuperar a otros dos soldados israelíes secuestrados: Eldad Regev y Ehud Goldwasser.