La Audiencia Nacional condena a 20 años a los etarras Miner y San Argimiro por atentar contra Repsol en Madrid

Actualizado: viernes, 31 marzo 2006 20:36

También tendrán que indemnizar con más de un millón de euros por los daños materiales

MADRID, 31 Mar. (EUROPA PRESS) -

La Audiencia Nacional ha condenado a 20 años de prisión a los dos etarras del "comando Txirrita" Imanol Miner Villanueva y Mikel Guillermo San Argimiro, por atentar con un coche-bomba contra un edificio de Repsol ubicado en el madrileño Paseo de la Castellana la noche del 22 de abril de 2002, produciendo cuantiosos daños materiales. Además, les obliga a indemnizar con casi 1.150.000 euros a los propietarios de los inmuebles y vehículos dañados por la explosión, entre ellos la Oficina de Asistencia a Víctimas del Terrorismo.

La Sección Tercera de lo Penal de la Audiencia les ha impuesto estas penas al considerarles autores de un delito de estragos terroristas y otro de robo con fuerza en las cosas. La Audiencia Nacional ya condenó el pasado 8 de marzo a los mismos etarras a 253 años de cárcel por la explosión de otros dos coches-bomba en mayo de 2002 en Madrid, en las inmediaciones del Estadio Santiago Bernabéu y en el Paseo de Santa María de la Cabeza.

En cuanto a los daños materiales, a quien tendrán que pagar la mayor cuantía es a la Oficina de Asistencia a Víctimas del Terrorismo del Ministerio de Interior, que recibirá 669.000 euros, mientras que Repsol será indemnizada con casi 60.000 euros. Además de a otras tres empresas, tendrán que pagar a 55 personas, por los desperfectos provocados a sus inmuebles y vehículos, cantidades que oscilan entre los 150 euros y los más de 12.500 euros.

La sentencia considera probado que San Argimiro y otro etarra pasaron desde Francia a España en abril de 2001 para formar el "comando Txirrita" y alquilaron un piso en Valladolid, donde realizaron labores de vigilancia. Al mes siguiente, y según les ordenó la cúpula de ETA en Francia, se trasladaron a Madrid, donde se les unió Miner Villanueva.

Una vez allí, inspeccionaron las inmediaciones del número 280 de la Castellana, planeando colocar un artefacto explosivo "destinado a causar la mayor cantidad posible de desperfectos materiales, conscientes del riesgo que ello implicaba para la vida e integridad física de las personas".

20 KILOS DE CLORATITA

El artefacto, compuesto por 20 kilos de cloratita dentro de una olla metálica, fue trasladado al vehículo que los etarras tenían en el barrio madrileño de Vallecas. El mismo día del atentado, sustrajeron otro turismo, en cuyo maletero metieron los explosivos y que aparcaron junto al edificio de Repsol.

Una vez allí, los etarras activaron el temporizador de la bomba y se trasladaron al barrio de Chueca, desde donde llamaron al teléfono de Emergencias Madrid, avisando de la colocación del artefacto con un teléfono móvil en el que uno de ellos había realizado una grabación por ordenador.

El propio tribunal explica que su decisión se ha basado en las confesiones "paladinas y pormenorizadas" que los etarras realizaron en sede policial, y que según los condenados fueron realizadas bajo torturas. En la celebración del juicio, y como es común en los procesos contra miembros de ETA, ambos se negaron a declarar.