MADRID, 30 Dic. (EUROPA PRESS) -
Una densa nube de humo gris rodeaba a última hora de la tarde de hoy los alrededores de la terminal 4 del aeropuerto de Barajas, donde una multitud de curiosos con cámara en mano, periodistas y fuerzas del orden seguían las labores de inspección y retirada de escombros del Módulo D del aeropuerto que quedó prácticamente derruido tras el atentado de ETA de esta mañana.
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, suspendió sus vacaciones navideñas para personarse en dicha terminal y visitar la zona afectada por la explosión junto a un grupo de periodistas.
A medida en que se avanzaba hacia el demolido aparcamiento se hacían más patentes los signos del rápido desalojo de miles de viajeros, donde se podían apreciar aún medio millar de maletas agolpadas junto a las paredes o junto a las cintas transportadoras de equipaje, algún zapato e incluso un cochecito de niño.
Miles de cristales rotos por el suelo, puertas desencajadas, láminas metálicas colgando por el techo... Éste era el aspecto de la zona más próxima a la zona del siniestro. Ya en la zona cero, cuatro camiones de bomberos, decenas de bomberos y policías franqueaban el amasijo de hierros de pocos metros de altura, donde se apiñaban, como un acordeón, los cuatro pisos del aparcamiento. Un humo denso hacía difícil distinguir a los bomberos que trabajaban sobre las brasas humeantes, al igual que hacía casi imposible la respiración.
Mientras, en el exterior la Policía mantenía acordonada la zona, algunos viajeros hacían fotos y otros, algo intranquilos, preguntaban por el destino de los autobuses de Aena o buscaban taxis que llegaban con cuentagotas.
