La fiscal califica de "absoluta barbarie" la muerte de la mujer apuñalada con una catana en Barcelona

Actualizado: miércoles, 11 enero 2006 21:45

BARCELONA, 11 Ene. (EUROPA PRESS) -

La fiscal en el juicio contra el acusado de apuñalar a su ex pareja en más de 60 ocasiones con una catana y un puñal aprovechó su alegato final ante los miembros del jurado para calificar el crimen como un acto de "absoluta barbarie" y para pedirles que no crean que el acusado es un enfermo mental, ya que de esta manera sólo le condenarían a dos años, lo que supone "un insulto para la víctima y para su familia".

La fiscal, Mar Cuesta, señaló que el crimen es un asesinato, "un homicidio con toda la intención del mundo". A su juicio, el acusado, Eduardo José de Mello B.C.E., cometió un acto de "absoluta barbarie" y de "violencia gratuita" ya que apuñaló más de 60 veces a la víctima, Rosenda S.R..

"Todo lo demás fue para castigarla por no querer darle dinero, por no querer continuar con su relación y porque no se sometió a él", explicó Cuesta. La fiscal destacó que la víctima padeció un dolor muy intenso, ya que estuvo viva durante todo el tiempo que duró la agresión. La fiscal también aclaró que el acusado "no es un enfermo, sino que está acostumbrado a imponer su forma de hacer las cosas y, por eso, será un hombre muy peligroso hasta que se muera".

Cuesta explicó al jurado que si la defensa consigue hacer valer que el asesinato se produjo debido a un trastorno mental transitorio, el crimen quedará impune, ya que como máximo se condenará al acusado a dos años y quedará libre al llevar tres en prisión provisional. "Dos años por lo que hizo me parece un insulto para la víctima y para su familia", añadió. La fiscal solicita 22 años y medio de prisión para Eduardo, mientras que la acusación particular pide la pena máxima, 25 años.

En cuanto a la confesión del acusado, Cuesta recordó que Eduardo dijo que había matado a Rosenda en legítima defensa, lo cual "no coincide con lo que indican las pruebas". Según la fiscal, el acusado pesaba 90 quilos y era luchador profesional, por lo que no se entiende que tuviese que defenderse de una mujer que apenas medía 1,60, que pesaba unos 60 quilos y que era dulce y amable, tal y como explicaron los testigos que la conocían.

"¿A qué viene toda esa orgía de sangre cuando con un bofetón le hubiese bastado para apartar a la víctima?", se preguntó Cuesta. La respuesta que encontró la fiscal es la relación de dominancia que el acusado había establecido con Rosenda. "Durante mucho tiempo la tuvo amenazada, coaccionada y obligada a satisfacer sus deseos", dijo. "Era su prisionera, la mató para reafirmar que él es el que manda", añadió.

En cuanto a la negativa del acusado a declarar y a someterse a tests para analizar su carácter, la fiscal dijo que Eduardo José "no quiere que se ahonde en su pasado porque tiene mucho que ocultar, hay demasiados aspectos turbios en su vida como para dejarse interrogar".

NINGUNA HERIDA FUE "DE TORTURA".

La defensa, por su parte, mantuvo que el acusado actuó en defensa propia. Según su versión, él estaba sentado frente al ordenador cuando vio cómo Rosenda se acercaba a él con un cuchillo. "Él intentó defenderse con las manos y, al ver que la agresión iba en serio y que estaba sangrando, cogió la catana", explicó el letrado. "Fue al desenfundarla cuando le seccionó el cuello a Rosenda", añadió.

El abogado aseguró que Eduardo estaba "totalmente descontrolado y exaltado" cuando cometió el crimen, debido a los fármacos y el alcohol que ingirió aquel día. La defensa considera que el acusado cometió el crimen "porque no estaba bien".

Los doctores que le atendieron en el momento de los hechos confirmaron hoy que Eduardo tenía una infección bucal que le había provocado un flemón. Según les explicó, la tarde antes de que ocurrieran los hechos se había tomado seis ansiolíticos y dos latas de cerveza para calmar el dolor.

Los expertos explicaron que dicha mezcla puede provocar tanto somnolencia como exaltación. Así, según los doctores, dicha combinación pudo ser la causa de la pérdida de control del acusado y de que se comportara agresivamente, aunque dijeron que esta reacción también puede producirse sin mezclar medicamentos y alcohol.

El letrado aprovechó su alegato final para desmentir que Eduardo tuviese antecedentes o causas pendientes. Según explicó, el único antecedente que consta es una rebeldía por no presentarse a un juicio por robo en 1990, en Madrid.

A este respecto, la defensa explicó que el entorno familiar no tenía constancia de que Rosenda estaba viviendo una situación de pánico, de miedo, de agresión o de acoso. "Nadie le denunció, ni Rosenda ni ningún familiar", apuntó.

En cuanto al hecho de que no hubiese signos de pelea en el domicilio, la defensa explicó que, a su juicio, se debe a que la víctima cayó fulminada cuando Eduardo le seccionó en el cuello, ya que de otra manera hubiese intentado defenderse. El letrado entiende que Rosenda no estaba viva cuando recibió todas las puñaladas, ya que los vecinos no escucharon ningún grito y ella no intentó repeler la agresión.

La defensa se dirigió al jurado para decirles que, en caso de que consideren que el crimen no se produjo en legítima defensa debido a la desproporción de fuerza entre el acusado y la víctima, tengan en cuenta la opción del homicidio. "Creo que ninguna de las lesiones que tiene la víctima es de tortura, no hubo deseo de causarle dolor, ya que las heridas eran mortales de necesidad", explicó el letrado.

EL ACUSADO SE ENFRENTA DE NUEVO A LA JUEZ.

Durante la última sesión del juicio celebrada en la Audiencia de Barcelona, el acusado volvió a interrumpir a la fiscal, en esta ocasión durante su alegato final.

La juez le pidió que se callara, ya que él había renunciado a su derecho a declarar y debía esperar a que le dieran la última palabra. El acusado hizo caso omiso y le respondió que no declaró porque aquel día estaba "muy nervioso", ya que no le dejaron fumar en el calabozo.

Eduardo aclaró también que cuando dijo que todo era una "payasada" se refería a los medios de comunicación que, según explicó, le siguieron desde el calabozo hasta la sala y estuvieron asediándole mientras estaba fuera.

Finalmente, la juez consiguió que el acusado guardara silencio. "Un proceso es una cosa que tiene un orden y usted no puede alterarlo cuando le dé la gana", le dijo. A cambio de que se comportara, la juez le concedió diez minutos para la última palabra, aunque el acusado no quiso añadir nada a la intervención de su letrado.

NO TIENE SIGNOS DE ENFERMEDAD MENTAL.

En cuanto a las heridas que el acusado presentaba en su mano derecha, los forenses que le examinaron cuando pasó a disposición judicial declararon hoy que Eduardo tenía tres heridas superficiales en la palma de la mano y que tenía una herida más profunda en su dedo meñique y otra en el dedo anular.

Los expertos confirmaron que estas lesiones podrían deberse a un intento de sujetar el cuchillo con el que apuñaló a Rosenda. "En una agresión como esta es probable que la sangre haga que la mano se deslice hasta la hoja, lo cual es compatible con las heridas que presentaba el acusado", explicaron. Aún así, los forenses no descartaron la posibilidad de que el acusado se hiciese las heridas al intentar agarrar el cuchillo con el que presuntamente quería agredirle la víctima.

En cuanto al estado mental de Eduardo, los doctores que le examinaron confirmaron que no tiene síntomas de enfermedad mental y que su inteligencia es normal. "Cuando le examinamos no dijo que hubiese perdido el control anteriormente o que hubiese tenido algún tipo de patología psiquiátrica", explicaron.

Al parecer, Eduardo sólo confirmó que consumía hachís de forma continuada desde hacía siete años y que tomaba anfetaminas un par de veces al mes. El acusado también reconoció que practicaba lucha greco romana y que había sido portero de discoteca.