Tres traumatólogos del Hospital Río Carrión (Palencia) declaran como imputados el martes por una muerte por gangrena

Actualizado: domingo, 3 diciembre 2006 19:14

La hija de la fallecida, vecina de Valladolid, presentó denuncia por entender que la muerte se produjo por una negligencia médica

VALLADOLID, 3 Dic. (EUROPA PRESS) -

Tres traumatólogos del Hospital Río Carrión de Palencia declararán el próximo día 5 como imputados en el Juzgado de Instrucción número 3 de Palencia en relación con el caso de una paciente que falleció por gangrena este verano pasado tras ser arrollada por una motocicleta.

Los tres médicos declararán imputados por un presunto delito de imprudencia profesional grave con resultado de muerte, según informaron a Europa Press la familia de la fallecida, cuya hija, María Piedad Gómez, vecina de Valladolid, presentó denuncia tras entender que la muerte de su progenitora pudo evitarse.

Los hechos se remontan al viernes 7 de julio de 2006 alrededor de las 18.00 horas cuando María Andrés García fue atropellada por una motocicleta en la localidad palentina de Guardo, motivo por el que tuvo que ser trasladada al citado hospital debido a sus heridas en frente, tibias, y en los codos tras la caída. Allí, según denuncia María Piedad Gómez, desde un primer momento el trato de enfermeras fue deficiente y el de los médicos, a su juicio, apenas existió.

Tras cinco horas en el pasillo de urgencias, se le realizaron diversas pruebas, radiografías de cabeza y pierna, que resultaron en un diagnóstico de fractura de la meseta pretibial, con pronóstico moderado.

"A las ocho entraron para ver a la otra paciente les pregunté cuándo iba a venir algún médico a verla, porque nos habían dicho que los golpes a veces se ven al día siguiente y habría que revisar las radiografías. La enfermera me dijo que no había médicos más que para urgencias. Le comenté que le dolía la pierna, pero me dijeron que estuviera tranquila, que le habían puesto un analgésico", explicó María Piedad en declaraciones a Europa Press, quien añadió que a pesar de esto los dolores fueron aumentando.

DEGENERACIÓN HORA A HORA.

Conforme pasaban las horas, el estado de su madre, en un estado de nerviosismo que le impidió dormir durante 40 horas, veía con impotencia y sensación de abandono un deterioramiento de la apariencia física de su madre y cómo los médicos ignoraban, siempre según María Piedad, la pierna de su madre, como si el estado de ésta no fuera causante del mal estado de la paciente.

Pasado el mediodía, María Piedad le manifestó al médico su deseo de sacar a su madre del hospital. "Me dijo que bajo que su responsabilidad no saldría si no le firmaba un alta voluntaria, pero como no tenía un informe me corté porque quizá tuviera algo que le pudiera hacer más dañó", recordó, así que decidió esperar hasta el lunes.

En este punto, la paciente empezó a recibir calmantes de forma continua durante el sábado. Sobre las 16.30 de la tarde del domingo, la hija se asustó ante un hematoma extendido por toda la cara. "El médico le miró uno de los ojos, la pierna como si no existiera y nos dijo que estaba grave. '¿Cómo va a estar grave con una rotura de tibia y peroné?' pensamos. Por un lado piensas que si no la hace caso será que está bien, pero, por otro lado, te quedas con la copla de por qué ella está así".

Optaron por avisar a una amiga de la familia que trabajaba en el propio hospital que subiría a verla cuando terminara su turno. El hecho de que la paciente tuviera los pies amarillos y fríos hizo pensar a María Piedad que se trataba de algo más grave de lo que le indicaban.

"UNA GANGRENA Y NO TIENE NI ANTIBIÓTICOS".

Finalmente, ante este hecho, la médico amiga de la familia retiró una parte de la escayola de una pierna para comprobar que había una ampolla de unos cinco centímetros.

"Nos asustamos, ella --la amiga de la familia-- salió corriendo a buscar a una enfermera porque también había aparecido un charco de líquido sucio debajo de la pierna y había una ampolla que le llegaba desde la rodilla al tobillo, la herida estaba negruzca, un horror", recordó la hija quien aseguro que había "moscas alrededor de la pierna".

El médico tardó varios horas en llegar, la respiración de la paciente se volvía difícil. Cuando el doctor llegó dijo que dejaran la pierna al aire para que se curara. "Le dijo que si no pensaba hacer nada y me contestó que llevaba desde las ocho de la mañana trabajando y dijo con soberbia que bajaría a buscar a los internistas", facultativos que regresaron tras media hora. Instantes después, la denunciante pudo oír que los médicos decían: "esta mujer tiene la pierna gangrenada y no tiene ni antibióticos".

María Piedad tuvo que oír, anonadada, cómo le comunicaban que su madre estaba muy grave debido a que se trataba de un traumatismo cerrado, un diagnóstico que revelaba una gravedad que no correspondía con lo previamente dicho.

"Nos dijeron que le harían una ecografía de la pierna, al rato vino un doctor, cabizbajo, que dijo que estaba muy grave, que habría que cortarle la pierna y no sabía si saldría de aquello", explicó indignada, al recordar que el doctor le replicó que, de alguna manera, que su madre tuviera 82 años y Alzheimer aminoraba la importancia de lo ocurrido. "Fue un abandono total. El médico dijo que no se haría responsable de lo que habían hecho mal los demás. Todo era muy grave, pero seguía sin prisas", aseguró.

Tras practicarle una fasciotomía, fue ingresada en la UCI donde los médicos que la atendieron dijeron que llegó demasiado tarde, sufrió un shock séptico, gangrena gaseosa, fracaso multiorgánico y finalmente, el fallecimiento María Andrés García a las a las 16.00 horas del lunes.

"Queremos justicia, responsabilidades, cuanto más lo pienso menos lo entiendo, que en este país alguien se muera con una fractura en la pierna, no habría futbolista vivo, digo yo", concluyó.