Publicado 10/04/2018 08:00

Antonio Casado.- BARAJA ROTA EN MADRID

MADRID, 10 Abr. (OTR/PRESS) -

A mediodía de este lunes concluyó el ultimátum de Ciudadanos a Cristina Cifuentes sin que el PP aceptase la comisión para investigar el caso en la Asamblea. De manera que la exigencia de dimisión de la presidenta, por parte de los dirigentes del partido naranja, irrumpieron en los circuitos informativos. Sin embargo, precisaron que siguen sin apoyar la moción de censura que piensa presentar el PSOE.

O sea, que se vaya. Por "mentirosa" y por estar "politicamente acabada" (Juan Carlos Girauta, portavoz de Ciudadanos en el Congreso), pero que siga el PP en el poder con otro candidato. Sin descartarse que, con el paso de las horas, el PP finalmente acabase aceptando la comisión. Algo que no se había producido a la hora de escribir este comentario.

Mejor susto que muerte, han debido pensar en la calle Génova. La alternativa es la muerte segura. O sea, no dejar otra salida al partido de Rivera que forzar a dimitir a la presidenta retirándole su apoyo parlamentario, pero sin respaldar la moción de censura anunciada por los socialistas de Ángel Gabilondo en complicidad con Podemos. Un encaje de bolillos de incierto desenlace. No obstante, ambos partidos siguen intercambiando mensajes con superfluas incursiones en los aspectos reglamentarios de la cuestión, para lo que han sido requeridos los informes jurídicos de los letrados.

Se trata de negociar sus respectivas posiciones a fin de no hacerse más daño del necesario entre las dos fuerzas firmantes del pacto de investidura en el que se apoya la presidenta madrileña. Los movimientos del PP tratan de concertar las condiciones de la comisión investigadora de los hechos relacionados con el controvertido master. Con un propósito evidente: que Ciudadanos se retrate del todo ante un electorado compartido.

Aunque parecen haber roto la baraja, no creo que les convenga apurar el caso hasta el punto de darle al PSOE el trono de la Puerta del Sol. Véase como el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no ha tardado ni un minuto en recordar a Albert Rivera, uno de sus competidores a escala nacional, que "puede pasar de supuesto regenerador a encubridor de la corrupción del PP". La paradoja está cargada por el diablo. PP y Ciudadanos son competidores. Van a degüello, pero la clientela es la misma. Vistiendo la misma camiseta del centro-derecha se dan de sopapos ante su público, que es común.

El caso se ha hecho bola. No para de engordar y rueda sin control. Ella la empuja con su inverosímil relato, ahora enriquecido con la historia del "filtrador". Un despechado profesor de la Universidad Rey Juan Carlos cuya militancia socialista sirve al PP madrileño para celebrar la prueba de la conjura contra su presidenta. Leña a la hoguera de una eventual comisión de investigación, si es que al final se forma. No parece.