Actualizado 26/06/2018 08:01

Cayetano González.- Los planes de Sánchez

MADRID, 26 Jun. (OTR/PRESS) -

Cuando ganó la moción de censura, Pedro Sánchez desveló cual iba a ser su calendario al frente del Gobierno: primero, lograr una cierta estabilidad institucional, tomar algunas medidas de carácter social y después, solo después, convocar elecciones. Tras su aterrizaje en el Palacio de la Moncloa, parece que ese calendario puede sufrir alguna modificación, lógicamente en la parte en la que el Presidente, por mandato constitucional, tiene la competencia exclusiva: disolver las Cortes y convocar a los ciudadanos a las urnas.

Tengo para mí que si Sánchez puede, o dicho de otra forma, si los independentistas catalanes le dejan y no le ponen en una situación imposible de mantener, agotará los dos años que quedan de legislatura. Eso es perfectamente entendible desde los intereses políticos y partidistas del propio Sánchez y del PSOE, porque tener el Boletín Oficial del Estado y todos los resortes que el poder te da, es un caramelo bastante apetecible como para renunciar a él sin más. Basta con ver la cara de satisfacción que lucía este pasado fin de semana el Presidente del Gobierno en su encuentro bilateral con Macrón en el Palacio del Eliseo, o su reunión al día siguiente con otros líderes europeos, Merkel incluida. Por cierto, buena imagen la que proyectaba un Presidente del Gobierno hablando inglés y francés con sus colegas europeos, y no necesitando intérprete.

Si Sánchez consigue aguantar estos dos años en la Moncloa, su partido puede comenzar la remontada electoral después de haber tocado fondo en las elecciones generales de 2015 y 2016. Por medio, el 26 de mayo del próximo año, hay ya prevista una triple cita con las urnas: elecciones europeas, municipales y en trece Comunidades Autónomas. Una prueba de fuego, por distintos motivos, para todos los partidos. No parece que antes de esa fecha Sánchez se vea obligado a convocar elecciones generales, por lo que esa triple elección de mayo de 2019 servirá también para ver cómo ha rentabilizado su llegada al poder.

No necesita tampoco adoptar grandes medidas, entre otros motivos, porque con 85 escaños, su margen para aglutinar mayorías que le permitieran hacerlo es muy estrecho. Basta con que siga con su política de gestos que hasta la fecha han tenido una buena aceptación por parte de la opinión pública -léase un gobierno con más mujeres que hombres; aceptación del barco Acuarius, anuncio de la retirada de los restos de Franco del Valle de los Caídos- para ir ganando tiempo y simultáneamente ir recuperando al electorado que el PSOE ha perdido en estos años. El único problema grave que tiene por delante es Cataluña, y ahí, por mucho que quiera el Presidente, hay algunas líneas rojas que nunca podrá traspasar si no quiere tener en frente a una parte importante de la ciudadanía y de su propio partido.

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