Publicado 10/05/2018 08:01

Fernando Jáuregui.- Los planes más o menos secretos de Puigdemont

MADRID, 10 May. (OTR/PRESS) -

Imposible esperar coherencia en el mundo secesionista catalán; eso, de entrada. Pero una 'garganta profunda', muy próxima al entorno de Puigdemont, me susurra, además de maldades irreproducibles, los que podrían ser planes del ex president de la Generalitat para intentar la formación de un Govern que impida la repetición de elecciones en Cataluña y, de paso, garantice que el control de 'la cosa del procés' estará más bien en Berlín que en el Palau de la plaza de Sant Jaume.

Repito, para lo que valga, lo que la fuente, para mí fiable, me narró. Así, lo que se da como probable es un inmediato encuentro de Puigdemont con Pere Aragonés, de Esquerra, a quien todos consideran ya como el futuro vicepresidente de una Generalitat que estaría presidida por una figura independentista surgida de una lista de tres o cuatro personas con muy escasa relevancia política y, por tanto, fácilmente controlables 'desde la distancia'. Luego, a lo largo del fin de semana y hasta la jornada de la investidura, que todos creen que será la semana próxima, 'Puigde', que ya ha tomado la decisión de no insistir en su propia candidatura imposible, irá comunicando a los demás 'su' lista, su 'plan D': al president del Parlament, Roger Torrent, al PdCat, a los fieles de JxCat.

Las quinielas que ahora circulan se centran, sobre todo, en cuatro nombres, relegando a un segundo plano a los demás posibles candidatos a la investidura que se citan en cenáculos y mentideros. Se trata de cuatro personas, como digo, de no muy relevante perfil político, como la alcaldesa de Gerona, Marta Madrenas, o Pep Costa -un ex alto funcionario balear procedente de Esquerra y vicepresidente del Parlament--, o Quim Torrá, un editor que presidió fugazmente Omnium Cultural y dirigió el Centre Cultural del Born. También se incluye últimamente al ex alcalde de Cerdanyola, Toni Morral.

Recuérdese que, en todo caso, la lista de 'investibles' es mucho más larga, y no puede descartarse, a estas alturas de la película, casi nada; ni siquiera que Elsa Artadi reconsidere su posición contraria a figurar entre los candidatos. Pero ahora la rumorología -que hoy en Cataluña es equivalente a 'noticia contrastada' en cualquier otra parte-- se centra más bien en la posibilidad de que quien se considera 'mano derecha' de Puigdemont se convierta en aspirante a la alcaldía de Barcelona. Artadi peleando en campaña contra Colau y quizá contra Manuel Valls por el sillón de la Ciudad Condal; casi nada.

Así, nombres y más nombres corriendo como liebres por los cenáculos y mentideros barceloneses. Pero, en cambio, pocas ideas que supongan un avance real en la política catalana. Puede que haya investidura, puede que haya pronto un nuevo president-títere de la Generalitat, dado que a nadie -tampoco al Gobierno central, desde luego- parece interesarle que llegue el plazo del próximo día 22 sin Govern y entonces haya que convocar nuevamente elecciones para julio. Unas elecciones que quién sabe a quién favorecerían y a quién perjudicarían.

Y, en el caso de que al fin haya un mínimo acuerdo para investir a alguien, lo más probable es que Esquerra, cada día más distanciada de la formación 'puigdemontista' Junts per Catalunya, gobierne lo que pueda por su cuenta con sus propios 'consellers' (las carteras ya, incluso antes de la investidura, se han repartido entre las formaciones independentistas). Entre las 'conselleras', por cierto, hay dos parlamentarias nacionales en el Congreso de los Diputados, ambas de ERC, que harán 'correr las listas' en el llamado 'grupo catalán'.

Con lo cual nos encontraremos con tres 'gobiernos' superpuestos: el del Consejo de defensa de la República en Berlín, que pretende ser el que en realidad mande; el 'oficial' salido de la sesión de investidura de la semana próxima y un tercero, que actuaría por su cuenta a los dictados de ERC. Algo así como el ejército de Pancho Villa, un marco en el que no puede descartarse, por lo demás, el típico escenario, casi inevitable en política, según el cual el sucesor, por muy inane que sea su talla política, acabará enfrentándose al sucedido, o sea, a un Puigdemont a quien incluso sus antiguos y ya no tan fervientes seguidores califican de "iluminado que sigue un camino errático e imposible".

Si este resulta, finalmente, el escenario, será el momento en el que el Gobierno central podría actuar ante un Govern debilitado por las diferencias internas, combinando imponer el respeto a la ley con la negociación. Y ¿será este talante negociador 'desde Madrid' posible? Lástima que, como fue patente este miércoles en la Cámara Baja, en la sesión de control parlamentario, la unidad de acción de los llamados constitucionalistas se resquebraje de día en día, entre acusaciones de 'aprovechategui' (¡!) dirigidas por Rajoy a Albert Rivera y contraataques de este al Ejecutivo del PP por su inacción.

Todo, la verdad, bastante incomprensible. Quizá por eso acaba de aparecer, entre otros muchos volúmenes que se están editando sobre 'la cuestión catalana', uno titulado 'Catalunya para marcianos', obra de un autotitulado 'cónsul honorario de Tabarnia en Sealand'. Una broma, claro. ¿Broma, digo? De locos, más bien. Si un marciano de verdad aterrizase por aquí, se volvería de inmediato al planeta rojo, espantado.