Publicado 04/09/2018 08:00

No te va a gustar.- Sí, es posible un acuerdo con Quim Torra

MADRID, 4 Sep. (OTR/PRESS) -

Sí, es posible un acuerdo entre Pedro Sánchez y Quim Torra para que, cuando se encuentren en el Palau de la Generalitat, hasta lo suscriban. Una vez que el primero acepte -que lo acepta, pese a las presiones que ha de soportar por parte de un electorado que no quiere hacer 'concesiones a los catalanes'- que algo hay que dar a cambio de llegar a este acuerdo. Y una vez que el segundo admita, que me parece que no tienen otro remedio que admitirlo, tanto él como su mentor en Waterloo, que la independencia de Cataluña, esa 'República de Catalunya' que predican, es, simplemente, imposible. A partir de ahí, podremos llegar a la convivencia, o a la 'conllevanza' que decía Ortega; y ello, diga lo que diga el president de la Generalitat este martes para 'calentar' un programa de festejos que acabará, si él no lo remedia metiendo en vereda a la CUP y a los CDR, paralizando Barcelona y otras ciudades catalanas durante dos o tres semanas entre septiembre y octubre.

Los órdagos verbales son, lo saben bien Puigdemont y su discípulo predilecto, fáciles. Sobre todo, cuando hay negociaciones subterráneas 'con el Estado', es decir, con el Gobierno central, que las hay; véase, si no, ese contacto más o menos secreto entre la vicepresidenta Calvo y la consellera de Presidencia de la Generalitat, Elsa Artadi. Nunca me he fiado de esa verborrea, tan propia de políticos, que consiste en dar los gritos en un sitio y poner los huevos en otro, para despistar. Habrá acuerdo entre ambas partes simplemente porque tiene que haberlo, porque es imposible que no lo haya.

Dos son los obstáculos que, sin duda, serán citados por Torra este martes: la celebración de un referéndum y los 'presos políticos', a los que del lado de acá calificamos como 'políticos presos'. Sin desbloqueo de ambas cuestiones, las tensiones seguirán, con todos los perjuicios derivados de ellas. El Estado tiene que buscar soluciones imaginativas, no cesiones. Celebrar un referéndum para aprobar un nuevo Estatut de autonomía, de acuerdo con el artículo 152.2 de la Constitución, parece una salida posible, que sin duda no convence del todo a ninguna de las dos partes, pero que es un movimiento positivo en el tablero. NO es, como dijo este lunes Pedro Sánchez, un referéndum sobre la independencia, sino sobre la autonomía. Habrá, eso sí, que ir negociando ya un nuevo Estatut que al menos no disguste demasiado a las dos partes, porque el existente la verdad es que ha saltado hecho pedazos.

El tema de los presos es más complicado. Pero la dialéctica no se puede seguir sustentando sobre la batalla de los lazos amarillos. La prisión preventiva decretada por el juez Llarena -que este martes tiene también su propio enredo con el Juzgado en Bruselas- contra Oriol Junqueras, los Jordis y demás, dura ya demasiado a juicio de demasiados. Luego, cuando llegue el juicio correspondiente, porque no se puede intentar dar un golpe de Estado impunemente, veremos cuál es el siguiente paso en esta 'conllevanza', que con tanto éxito inauguraron Adolfo Suárez y Tarradellas y con tanto desacierto destrozaron luego otros, a ambos lados del Ebro.

Y basta ya de decir que el Gobierno nada puede hacer en cuanto a los presos por aquello de la 'separación de poderes'. Creo que la Fiscalía General del Estado está hoy en manos de alguien que sabe lo que hace, alguien dispuesta a quemarse en aras de los intereses del Estado. No diré más, porque no hay mucho más que decir. Pero hoy, por encima de las disquisiciones leguleyas, está la necesidad de encauzar las relaciones con una Comunidad Autónoma, Cataluña, que constituyen el principal quebradero de cabeza, y que afecta incluso a nuestra imagen exterior y a nuestra economía, para España.

Sé y comprendo perfectamente que el sentimiento en la calle en el resto de España, para no hablar ya de las posiciones oficiales en Ciudadanos y el PP, rechazaría en estos momentos tales 'componendas' . Puede que los más exaltados independentistas en Cataluña, esos que aún votan a la CUP -cuánto daño están haciendo--, también atacasen unos acuerdos basados en un nuevo Estatut y una libertad 'provisional' para los encarcelados que representan el independentismo. Pero, sin eso, no avanzaremos. Y dejar de lado de una vez el 'problema catalán', aunque sea aplazándolo, es ahora lo fundamental. Y, repito, puede lograrse si todos, comenzando por ese Quim Torra marmóreo que este martes dictará su 'hoja de ruta' -que no, no nos va a gustar--, volvemos al viejo espíritu de la concordia, del que tanto alardean y tan poco practican algunos.

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