Publicado 29/04/2018 08:00

Siete días trepidantes.- Hay que leer con cuidado las encuestas

MADRID, (OTR/PRESS)

¿Cuánto afecta el lamentable 'caso Cifuentes' a las expectativas de voto del Partido Popular en Madrid? La verdad es que los sondeos que se publican estos días, previos a la gran fiesta de la Comunidad madrileña, no han tenido el tiempo suficiente para recoger en sus muestras la que posiblemente sea indiferencia despectiva de la ciudadanía ante el espectáculo que esa llamada 'clase política' está dando. Hay que leer cuidadosamente las encuestas, me advierten quienes de esto saben porque es su trabajo diario: el PP no se hunde tanto como quieren algunos titulares, el PSOE se mantiene bastante equilibradamente dentro de la atonía, Podemos desciende algo -algo_ y Ciudadanos sube patentemente, pero nadie puede asegurar que tal ascenso sea imparable: el menor tropiezo puede dar al traste con el 'Macron español'. Así que...

Así que parece que aún queda mucho partido por jugar hasta las elecciones de dentro de un año -municipales y autonómicas_ y más todavía hasta los comicios generales, sean a finales de 2019 o en junio de 2020, como aún pretende Mariano Rajoy. Porque los próximos meses -este mayo sin ir más lejos_ van a estar llenos de tropiezos y de acontecimientos: hay quien piensa que episodios tan chuscos como el de la señora Cifuentes, que ha pasado al ostracismo político desde sus antiguas posiciones numantinas, van a ser casi el pan nuestro de cada día. Sí, porque la sociedad española, véase la reacción, me parece que bastante lógica, ante la sentencia de 'La Manada', anda como desorientada, en busca de liderazgos, y está dispuesta a no dejar pasar ni una. Ni una más.

¿Es algo de esto lo que se desprende de una lectura atenta de 'las tripas' de las variadas encuestas que andan circulando por ahí? Yo diría, apoyado por algunos especialistas, que no es descabellado pensar que la ciudadanía está extremadamente escéptica ante lo que hacen y no hacen nuestros políticos, harta, literalmente, de lo que pase o no pase en la Cataluña que lleva ya seis meses de aplicación del artículo 155, y está empezando a exigir soluciones 'políticas' que no pasen necesariamente por dejarlo todo al implacable brazo togado, que puede acabar siendo más problema que solución.

O sea: que muy probablemente haya que empezar a pensar en ejercer la gobernación de los españoles de forma radicalmente diferente. A lo largo de una dilatada gira por veintiséis ciudades españolas para presentar un libro y otros trabajos, he podido reunirme con no menos de dos mil quinientas personas en los últimos seis meses -o sea, los 'meses del 155'-, yo diría que la mayor parte de ellas enmarcadas en lo que podríamos llamar expectativas bastante conservadoras, sobre todo por la edad: puedo asegurar que, excepto quienes ejercen cargos en el partido gobernante, no he encontrado ni un solo hombre o mujer que defienda ardorosamente las políticas de Rajoy. Hay mucha gente comprensiva con lo hecho en el pasado, e incluso se elogia la 'calma rajoyana' -yo mismo, confieso, la aplaudo_ a la hora de enfrentarse a problemas con los que muy pocos dirigentes europeos han tenido que lidiar. Pero...

Pero está claro, y me sigo refiriendo a las 'tripas' de las encuestas que algunos saben leer mucho mejor que quien suscribe, que ni siquiera los más mayores consideran ya que Rajoy es el hombre para afrontar en solitario los muchos cambios que hay que hacer para que la sociedad, como se demostró con la indignación popular con los jueces de 'la manada', no se sienta por completo desconectada de sus representantes, para que la ciudadanía deje de encogerse de hombros -o algo peor- ante los dislates de quienes pretenden dirigirla. Seré más tajante: Rajoy, presidente del Gobierno central, presidente del PP y por tanto jefe de Cifuentes y compañía, president accidental de la Generalitat mientras el 155 lo quiera, ha sabido mantener este equilibrio inestable en el que ya casi nos hemos acostumbrado a vivir en tanto que los datos macroeconómicos nos sonrían. Pero esto tiene que cambiar, no tiene más remedio que cambiar. Sí, lo digo yo, que no soy nadie, pero también las encuestas, para lo que valgan.