Publicado 20/02/2019 08:01

Pedro Calvo Hernando.- La gran confusión

MADRID, 20 Feb. (OTR/PRESS) -

En estos momentos, recién convocadas las elecciones generales para el 28 de abril, nunca el panorama político nacional se mostró tan confuso como ahora. Las encuestas y los cálculos de los expertos aclaran poco o nada lo que puede suceder y ahora constituye un atrevimiento peligroso la formulación de cualquier clase de pronósticos. Es justamente ahora la ocasión de medir mejor que nunca las posibilidades de cada partido, del conjunto de ellos y de cada sector ideológico con sus componentes. Creo muy conveniente afinar el tino y evitar los cálculos influidos por los propios deseos y conveniencias en lugar de por una consideración imparcial y sensata de los datos disponibles.

El resultado de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre sembró el desconcierto en el panorama electoral, aunque, aunque a estas alturas, tras casi tres meses, se han ido introduciendo factores que provocan no pocos cambios en las perspectivas abiertas aquel 2 de diciembre. Aunque sigue ocupando un primer lugar la irrupción de Vox en el mundo de la derecha, seguramente vinculada a lo que viene sucediendo en Europa en los últimos tiempos. España está en Europa, pero ello no autoriza automatismos en los cálculos aunque sí una influencia considerable.

En el seno del PP y de Cs crece la impresión de que ambos partidos se han venido equivocando en la administración práctica de los resultados andaluces, sin que esté claro quién se ha equivocado más, si el partido de Pablo Casado o el de Albert Rivera. Y las interpretaciones de sus comportamientos apenas consiguen otra cosa que liarlo todo un poco más e impedir una interpretación más loable de hechos y reacciones. Tengo la impresión de que es Vox quien viene mostrándose más cauta e inteligente en las interpretaciones y en las reacciones. Sólo faltaba que el emergente ultraderechista fuese más diestro que los otros dos en la interpretación de los hechos. Pronto lo veremos.

Pero Vox no parece aplicar unos criterios más "científicos" que los otros dos grupos, seguramente porque se lo impiden las dimensiones embrutecedoras de su extremismo. En todo caso, se observan variaciones o vacilaciones importantes en los de Abascal a la hora de las concreciones. Tampoco se muestra muy claro el mundo de Podemos -al PSOE lo dejamos para la próxima- y del conjunto de los sectores que lo componen, más variopinto de lo necesario y menos concretizador de lo conveniente. Aunque dentro del panorama general, los de Podemos son capaces de cambiar un poco o un mucho las tornas de aquí a la celebración de los comicios.

Lo más evidente es que las elecciones vienen sobre todo condicionadas por la cuestión del independentismo catalán, donde residen los factores más distintos y problemáticos que configuran el panorama que se clava en el 28-A. El comienzo del juicio al procés nos lo advierte con toda claridad, aunque en realidad tal advertencia no era muy necesaria. El resultado de las generales será un dato de enorme importancia para el devenir y/o solución satisfactoria del drama independentista.

De momento, los debates celebrados hasta ahora muestran que ni los partidos ni sus protagonistas han conseguido introducir una mínima porción de claridad en sus exposiciones y análisis. Y termino subrayando lo de la confusión que nos invade y la extrema necesidad de superarlo para entrar pronto en un estadio muy distinto en que prosperen la claridad, la inteligencia y el sentido común, lo único que podrá sacarnos del marasmo.