Publicado 21/01/2018 08:00

Victoria Lafora.- La gran cantata

MADRID, (OTR/PRESS)

Hay que tener mucho cuidado con los "amigos del alma", porque el título no impide que si se ven en riesgo de una larga condena de cárcel te señalen con el dedo como el inductor y responsable del delito.

Eso exactamente es lo que le ha sucedido al ex presidente valenciano Francisco Camps. Ha sido Álvaro Pérez, "El bigotes", el que le hacía declaraciones de cariño eterno, el correveidile de Orange Market, el que siempre tenía un "detallito" con los dirigentes del PP valenciano, el que ha disparado por elevación y le ha señalado como el único capaz de diseñar y ordenar la financiación en dinero negro del partido.

La gran cantata a tres voces que han protagonizado esta semana Correa, Crespo y "El bigotes", era algo esperado ante la severidad de las presumibles condenas, y parece una estrategia de las defensas perfectamente orquestada. Comenzó el "capo máximo", Correa, denunciando las ingentes cantidades de dinero negro que corrían en las campañas electorales, a continuación Crespo culpó al secretario de los populares valencianos, Ricardo Costa y, por último "El bigotes" ha señalado a Camps.

Parece de pura lógica que el que fuera presidente valenciano, con un poder omnímodo en el partido y en la Generalitat, decidiera qué se hacía, cómo se hacía y con qué fondos. ¿O es que Camps solo se dedicaba a recibir al Papa, inaugurar circuitos de Fórmula 1, participar en Fallas o a encargarse trajes? Eso sí, los trajes le debían quitar mucho tiempo por su obsesión con las trabillas.

Lo inexplicable, lo que resulta difícil de digerir a la opinión pública, es que en los dos principales casos de corrupción en comunidades gobernadas por el PP, tanto Francisco Camps como Esperanza Aguirre hayan salido de rositas de la podredumbre que se extendía a su alrededor. Ni siquiera han asumido la responsabilidad in vigilando de un dinero público robado a manos llenas.

Algo funciona mal en el ordenamiento jurídico español para que en las salas de la Audiencia Nacional siempre estén sentados los segundos. Y esos poderosos dirigentes autonómicos que ponían en jaque la autoridad del mismísimo Rajoy, que incluso se postulaban como sucesores al cargo de presidentes del Gobierno, estén tranquilamente en sus casas, y sin cargos.

La deriva de el caso Gurtel, con sus ramificaciones a nivel nacional, valenciano y madrileño, puede convertirse en el escenario de la revuelta de los cargos intermedios que han aguantado el chaparrón y el vilipendio mediático pero que, ante las puertas de la prisión, cantan a coro y se pueden llevar por delante a toda la dirección del PP, pasada y presente.

En los negocios, y más cuando hay corrupción por medio, conviene desconfiar de los "amigos del alma" porque la lealtad termina cuando se trata de pagar por culpas compartidas.

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