El violador del Eixample sale a la calle 16 años después sin estar rehabilitado

Actualizado: lunes, 21 mayo 2007 22:07


BARCELONA, 21 May. (OTR/PRESS) -

El conocido como 'segundo violador de l'Eixample', Alejandro Martínez Singul, ha salido de prisión tras cumplir dieciséis años de condena por agredir sexualmente a diez menores y adolescentes entre 1985 y 1991. A pesar de no haber conseguido la rehabilitación mediante los programas para delincuentes sexuales, los beneficios del antiguo Código Penal permiten al reo dejar la cárcel, aunque, por temor a la reincidencia, el preso será objeto de seguimiento policial.

Martínez Singul fue condenado en octubre de 1992 a 65 años de cárcel por cinco violaciones, cinco agresiones sexuales y cuatro faltas de lesión a menores de entre 9 y 17 años. Debido a las redenciones progresivas de la pena, ha permanecido 16 años en el centro penitenciario de Quatre Camins, en la Roca del Vallès (Barcelona) donde ha estado sometido a un programa especial de rehabilitación para agresores sexuales, que no ha dado resultado, por lo que se teme que, tras su salida, el 'segundo violador de l'Eixample' reincida en sus actos delictivos.

En este sentido, según informa 'El Punt', el Departamento de Justicia ha alertado a la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y a los Mossos d'Esquadra por temor a la reincidencia. De este modo, con el antiguo Código Penal permite al reo abandonar la cárcel, a pesar de no encontrarse rehabilitado, aunque será objeto de vigilancia policía.

NEUROSIS AGRESIVA

El diagnóstico que los médicos forenses hicieron del agresor tras la detención, fue de neurosis agresiva, muy cerca de la psicosis, aunque determinan que esta patología no impedía a Martínez Singul actuar de manera consciente, ni le incapacitaba para entender la gravedad de sus actos, aunque sí interfería, según los peritos, en su autocontrol.

El violador actuaba siempre en el centro de Barcelona y abordaba a las menores en los portales de sus domicilios, en ocasiones a plena luz del día. Allí, les amenazaba con una navaja, les obligaba a desnudarse y a practicarle una felación. Además, les sometía a tocamientos. Fueron sus víctimas quienes actuaron de testigos durante el juicio, que se celebró a puerta cerrada, y donde Martínez Singul no admitió la autoría de los hechos.