Puerto de Hodeida
REUTERS / ABDULJABBAR ZEYAD
Actualizado: viernes, 22 junio 2018 16:59

"El mundo debe dejar de mirar para otro lado mientras se va sofocando poco a poco la vida en Yemen", reclama AI

DUBAI, 22 Jun. (Reuters/EP) -

La batalla por la ciudad portuaria de Hodeida, en la salida de Yemen al mar Rojo, está en pleno auge. Los que han podido han huido pero muchas familias permanecen en esta ciudad meridional bajo los bombardeos sin electricidad ni agua potable, unas condiciones que, según Naciones Unidas, podrían empeorar por la amenaza de un nuevo brote de cólera.

"Escuchamos fuertes explosiones todo el tiempo", cuenta a Reuters por teléfono Assem Mohamed, un farmacéutico de 30 años que resiste junto a su mujer y su hija de seis meses en Hawak, un distrito de Hodeida enclavado entre el aeropuerto, tomado ya por la coalición árabe, y el puerto, aún en manos de los huthis.

Los vecinos de Hodeida, como la mayoría de los yemeníes, están ya acostumbrados a la guerra y hasta ahora habían logrado sobrevivir con los servicios mínimos. Desde 2015, usan generadores de electricidad propios, pero ya no es una opción porque no tienen el combustible necesario para hacerlos funcionar.

"Hemos estado sin electricidad en la mayoría de la ciudad durante tres días y en algunos barrios durante una semana", comenta Mohamed.

El agua potable es otro bien que escasea. Las trincheras excavadas por los rebeldes chiíes han dañado las tuberías que suministran a Hodeida. "También hemos estado tres días sin agua", añade Mohamed.

Las altas temperaturas, que superan los 40 grados centígrados a la sombra en esta época del año, y la falta de luz y agua con las que combatirlas, son el caldo de cultivo perfecto para la propagación de enfermedades infecciosas.

"De todas las cosas que nos preocupan, el cólera está entre las primeras de la lista", ha confesado Lise Grande, la coordinadora humanitaria de la ONU para Yemen. "No tardará mucho en desatarse un brote incontrolable", ha augurado.

La pequeña nación árabe ya sufrió el año pasado un brote de cólera en plena guerra civil. Más de 2.000 personas murieron y se registraron más de un millón de casos sospechosos.

Además, la directora de investigación de Amnistía Internacional para Oriente Próximo, Lynn Maalouf, ha denunciado una "restricción ilegítima de las importaciones impuesta por la coalición dirigida por Arabia Saudí" y "una dañina injerencia huthi en la distribución de la ayuda humanitaria", lo que "está impidiendo la llegada de suministros esenciales a yemeníes que los necesitan desesperadamente".

HUÍDA DESESPERADA

Otros, los más afortunados, porque tienen el dinero suficiente o no están atados por compromisos laborales o familiares, han huido de Hodeida.

Los conductores que trasladan a los habitantes de la ciudad a otros lugares han más que duplicado sus tarifas habituales. Aun así, el tráfico es intenso ante la expectativa de una ofensiva total. "Salimos corriendo con lo puesto", ha dicho una mujer bajo condición de anonimato.

Decenas de familias han dado un primer paso reubicándose en barrios más alejados de los combates. Otras se han dirigido hacia Saná, Wusab o Raymah, otras ciudades gobernadas por los huthis donde esperan que se les reconozca el estatus de desplazados internos para acceder a ayudas.

"Nos han dicho que hay una organización donde nos podemos registrar como refugiados, pero solo Dios sabe", ha declarado con escepticismo Marwan al Barah.

"SUFRIMIENTO DESCORAZONADOR"

Grande ha recalcado que "el nivel de sufrimiento humano es descorazonador". En el peor de los escenarios, la ONU calcula que la batalla por Hodeida podría costar 250.000 civiles.

Hodeida siempre ha estado en el punto de mira de los dos bandos porque es el principal puerto de entrada de mercancías y ayuda humanitaria.

En poder de los huthis, la alianza encabezada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos inició su campaña militar el pasado 13 de junio prometiendo minimizar el número de víctimas civiles.

La ONU trató sin éxito de convencer a los huthis de que entregaran a la organización internacional el control del puerto. Los insurgentes yemeníes se resisten porque sería un duro revés para su estrategia bélica.

Los tres años que suma la guerra civil en Yemen han provocado la peor crisis humanitaria del mundo, según la ONU. Unos 22 millones de personas dependen de la ayuda internacional para sobrevivir y otros 8,4 estarían al borde de la hambruna.

"Esta crisis humanitaria creada por el hombre no puede ignorarse más. El mundo debe dejar de mirar para otro lado mientras se va sofocando poco a poco la vida en Yemen", ha reclamado Amnistía Internacional.

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