La estrategia de concentrar al Ejército en "súper bases" deja vía libre a Estado Islámico en Nigeria

Un soldado nigeriano en un vehículo blindado
Un soldado nigeriano en un vehículo blindado - REUTERS / AFOLABI SOTUNDE
Publicado: lunes, 16 septiembre 2019 11:32

Las ONG estiman que unos 100.000 civiles se han quedado sin asistencia humanitaria como resultado de esta medida

ABUYA/MAIDUGURI (NIGERIA), 16 Sep. (Reuters/EP) -

Cuando los milicianos de Estado Islámico en África Occidental (ISWA, por sus siglas en inglés) irrumpieron en la localidad de Magumeni, en el noreste de Nigeria, la noche del 21 de agosto tuvieron vía libre. Los soldados nigerianos habían abandonado previamente la localidad ese mes en virtud de una nueva estrategia de retirada a "súper bases" que puedan ser defendidas más fácilmente frente a los insurgentes, a los que llevan tratando de contener desde hace una década.

Sin nadie que les plantara cara, los milicianos prendieron fuego a la clínica en Magumeri, saquearon los edificios gubernamentales y las tiendas antes de regresar a otra localidad que habían asaltado esa misma noche llamada Gubio, según los residentes.

La nueva estrategia militar anunciada por el presidente, Muhammadu Buhari, en julio de concentrar a los soldados en grandes bases está diseñada para dar a las tropas una plataforma segura desde la que puedan responder rápidamente a las amenazas en la región y asaltar los campamentos de los milicianos.

Sin embargo, personas conocedoras de los planes del Ejército y responsables de seguridad señalan que la nueva táctica contra ISWA, una escisión de Boko Haram, es principalmente un intento de contener las bajas. El Ejército no ha querido comentar más en detalle su estrategia o el impacto que tendrá en la región.

"Creemos que los días de Boko Haram moviéndose libremente y pasando entre lugares de defensa estático han terminado", dijo a la prensa en agosto el general Olusegun Adeniyi, quien comanda la operación contra los insurgentes. No está claro cuántas "súper bases" planea crear el Ejército, dónde estarán o cuántos soldados habrá en cada una.

UNA DÉCADA DE CONFLICTO EN EL NORESTE DE NIGERIA

Boko Haram lanzó una insurgencia en 2009 para derrocar al Gobierno y establecer un califato islámico. El grupo, cuya traducción libre del nombre significa "la educación occidental está prohibida", llegó a controlar territorio del tamaño de Bélgica en 2014 pero perdió buena parte del mismo durante una ofensiva multidimensional el año siguiente.

La organización terrorista se dividió en dos en 2016, con una facción liderada por Abubakar Shekau y otra que mantiene la lealtad a Estado Islámico y Abú Bakr al Baghdadi. Esta última facción, ISWa, se ha convertido en la actualidad en la mayor amenaza.

Más de 30.000 civiles han muerto durante la década de guerra, que ha generado también una de las peores crisis humanitarias actuales y que también afecta a otros países ribereños del lago Chad --Camerún, Chad y Níger--, sin visos de remitir.

La retirada del Ejército a grandes bases ha coincidido con una serie de asaltos insurgentes contra localidades que han quedado sin protección y ha dejado a los milicianos vía libre para establecer puestos de control en las carreteras mientras se mueven con más facilidad en las zonas rurales, según los informes de tres organizaciones humanitarias y de desarrollo internacionales, dos responsables de seguridad y residentes.

UNOS 100.000 CIVILES SE HAN QUEDADO SIN ASISTENCIA

Como resultado de ello, miles de civiles se han quedado sin acceso a ayuda, según los documentos que ha visto Reuters. Los soldados ya no protegen algunas carreteras, cortando el acceso a trabajadores humanitarios mientras más zonas de la región caen en manos de los insurgentes, según fuentes humanitarias y de seguridad. "Es un caos, militarmente, y un desastre para los actores humanitarios", ha reconocido un responsable de seguridad extranjero.

La población de las localidades que están siendo abandonadas por el Ejército suman unas 223.000 personas, según una de las notas informativas de una ONG. Además, la marcha de los militares ha dejado sin ayuda a más de 100.000 personas y si más soldados abandonan sus puestos, hasta 121.000 civiles más podrían tener que dejar sus localidades, según advierte una agencia humanitaria.

El resultado serán "escaramuzas continuadas, soldados bajo la constante presión de tener que afrontar la insurgencia en la que Estado Islámico y Boko Haram dictan el ritmo", afirma Jasmine Opperman, experta en terrorismo.

La nueva estrategia se produce tras una serie de reveses para el Ejército que no ha conseguido mantener el control del territorio que había recuperado desde 2015. En 2018, los insurgentes asaltaron repetidamente pequeñas bases y provocaron que soldados y decenas de miles de personas huyeran de localidades más grandes.

Expertos en seguridad sitúan el balance de militares muertos desde junio de 2018 en entre varios cientos y más de 1.000. El Ejército no ha hecho públicas cifras de víctimas, pero niega que tantos soldados hayan sido abatidos.

LA ESTRATEGIA BUSCA MINIMIZAR LAS BAJAS

Un asesor de seguridad en una ONG internacional señala que uno de los principales objetivos de las nuevas "súper bases" es el control de daños, en lugar de pasar a la ofensiva. "Busca consolidar toda la fuerza en un lugar para evitar que se vean superados cada semana", afirma.

Según este asesor, las zonas que han sido evacuadas están siendo ocupadas por los insurgentes y eso complicaría al Ejército volver a entrar, lo que deja a los civiles en una situación de vulnerabilidad.

El gobernador de Borno --estado en el que nació Boko Haram y el más golpeado por la insurgencia-- también coincide en estos temores. Babagana Umara Zulum dijo a la prensa el mes pasado que los últimos ataques eran resultado de un "grave vacío" tras la retirada de los soldados.

Estado Islámico está usando su nueva libertad para atraer a la población local. Tras una década de conflicto, algunos se muestran más dispuestos a trasladarse a las áreas controladas por los insurgentes donde la vida puede ser más estable, según los residentes.

Antes de atacar Magumeri el mes pasado, los milicianos habían pasado por Gubio, a unos 40 kilómetros al norte. Allí, un combatiente de Estado Islámico lideró la oración nocturna tras lo cual hubo un sermón, según seis residente.

"Estamos aquí para protegeros, no para hacer daño a ninguno de vosotros", dijo el combatiente a los residentes. "Los que llevan uniforme son vuestros enemigos y nosotros estamos aquí para lidiar con ellos y sus partidarios. Deberíais sentiros libres", les señaló.

En lugar de huir hacia una ciudad controlada por el Gobierno como la capital de Borno, Maiduguri, muchos residentes de Gubio se quedaron.

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